En los últimos días, dos personas al menos, me han respondido “vamos a ver qué pasa” cuando les he expresado preocupación por las consecuencias que pudieran tener hechos recientes que nos afectarían a todos, y que podríamos evitar. Uno de ellos hasta me espetó “que si yo acaso tenía la bolita de cristal; que me comportaba como profeta”.
Me sorprendió sobremanera esa, más que respuesta, actitud ante la vida, que nunca he escuchado ni observado en personas con menos preparación (la gente más pobre) pero con más experiencias vitales.
No puedo creer que haya seres humanos incapaces de “prever” las consecuencias de las permisividades o sucesos del presente. No lo puedo entender. Denota esa actitud impotencia; aceptar que el futuro está de manera inevitable en manos de otros: resignación.
En nuestra naturaleza está buscar lo mejor, es decir, ordenar y encausar nuestras acciones en busca de un fin, que, aunque siempre incierto y a veces esquivo, nos provoque (sin dañar a otros, se sobreentiende) beneficios, alegría, felicidad. Como también evitar todo aquello que nos “pueda” causar mal. Y en ambos casos (buscar el bien, o evitar el mal) estamos aventurando, visualizando, previendo, cómo sería nuestro futuro si hacemos o dejamos de hacer tal o cual cosa.
La otra actitud frecuente (más que la anterior) es la de imaginar un mundo mejor cuando todos los indicios muestran lo contrario: olvídate que Colombia no va a caer en manos del socialismo fracasado; los colombianos no van a elegir ex guerrilleros, me dicen.
Estos son más avanzados que los del “vamos a ver qué pasa”, pero no poseen la capacidad -lo digo sin ánimo de ofender- de sacar conclusiones acertadas a partir hechos ciertos. Es como si habiendo nubes negras, rayos, truenos, animales buscando refugio, y olor a lluvia, se nieguen a aceptar que va a llover.
Una explicación posible, porque es inverosímil que haya seres como los descritos aquí, es que no quieran entrar en controversia, pero que en el fondo de su ser desearan que se implantara en Colombia lo que Chávez bautizo como SSXXI, pero que es lo mismo que nosotros llamamos comunismo: la actividad económica concentrada en manos del Estado, o de los extranjeros, pero prohibida a los nativos; pérdida de todas las libertades (expresión, movilidad, y asociación, entre otras); de la iniciativa, y la capacidad de desear y de buscar un mejor estar.
Una sociedad estancada, ilusionado lo que ya no le pueden ocultar, el modo de vivir de las sociedades más avanzadas, pero sin ninguna posibilidad de lograrlo. A ellos habría que preguntarles ¿eso es realmente lo que quieren? ¡Inverosímil!
Que quieran poder a costa de lo que sea sería más creíble.
myances@costa.net.co
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