Columna


¡Viva Cristo Rey!

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

24 de noviembre de 2013 12:02 AM

Hoy celebramos la fiesta de Jesucristo rey del Universo. Con el grito ¡Viva Cristo Rey! muchos mártires a través de los tiempos han  tenido el coraje, la valentía, de proclamarlo en medio de tantas injusticias, incomprensiones e intereses contrarios a la justicia y al amor.

Proclamar el reinado de Jesucristo es comprender que sólo una legislación y una vida fundamentada en el evangelio promueve la justicia, valora la dignidad humana y de la familia y defiende los derechos y deberes de todos. Esto va más allá de religiosidades, es la búsqueda del bien, de la verdad, de la plenitud humana, como única ruta segura para que alcancemos la paz, la justicia y la felicidad eterna. 

Jesucristo vive y reina en medio de este mundo y para toda la eternidad para quienes pertenecen libremente a su pueblo. Él nos permite gozar de la libertad interior, del gozo, de la paz, en medio de nuestras realidades, aunque vivamos en medio de dificultades, injusticias y tristezas, porque las experimentamos como algo relativo y pasajero que nos ayuda a crecer como personas, ser solidarios y salir victoriosos junto a Él.

En el evangelio*, se destaca que Jesucristo fue coronado rey en su cruz, en ese momento contemplamos el infinito amor de nuestro Dios, que aun sabiendo las infamias de los hombres se sometió a ese dolor y humillación, con entrega libre por la redención de nuestros pecados, para que pudiéramos disfrutar con Él de la resurrección.

Uno de los ladrones crucificado a su lado le dijo: “Señor, acuérdate de mí cuando estés en tu reino.” En medio de su pecado, comprendió el reinado eterno de Dios y su infinita misericordia y recibió la respuesta que deseamos todos: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso”.

Hoy nos recuerda San Pablo* que podemos ser parte de ese pueblo santo,  la Iglesia, con  Cristo como cabeza,  agradeciendo a Dios Padre el don de su Hijo y pidiéndole el perdón de nuestros pecados para liberarnos del poder de las tinieblas y con su redención y el poder de su Espíritu Santo, participar de la felicidad eterna.

Cantemos con alegría, fe y esperanza: “¡Tú reinarás! ¡Ese es el grito ardiente que exhala nuestra fe! ¡Tu reinarás, Oh rey bendito! pues tu dijiste reinaré…Reine Jesús por siempre, reine en el corazón, en nuestra patria, en nuestro suelo, es de María la nación….”

Si permitimos que Jesús viva como rey de nuestra alma, de nuestra familia, de nuestra sociedad, cosecharemos los frutos que Él nos regala con su gracia: gozo, paz, amabilidad, paciencia, bondad, fidelidad, dominio propio, justicia y amor. ¡Viva Cristo Rey!
*Lucas 23, 35-43; Col 1, 12-20

*Economista, orientadora familiar y coach personal y empresarial.

judithdepaniza@yahoo.com

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