Columna


¿Y ahora qué?

RUDOLF HOMMES

27 de mayo de 2018 12:00 AM

¿Qué sigue después de este domingo? Yo voté con el convencimiento de que si mi candidato no pasa a segunda vuelta va a jugar un papel muy importante como conciencia moral en los debates que precederán a la siguiente votación porque hay temas que están en la agenda que son inaceptables. Dependiendo de quiénes pasen a segunda vuelta, no solo estaría en juego la oportunidad de conseguir una paz sostenible y duradera, sino que están amenazadas la democracia y la estabilidad del país. 

Se anunció que podrían llevar a la cárcel a los dirigentes de las FARC, los sacarían del Congreso y desmontarían la JEP, o la harían inoperante. No tienen la intención de llevar a cabo una reforma rural integral, no quieren tocar el impuesto predial, ni van a hacer un esfuerzo para actualizar y modernizar el catastro rural. En otras palabras, estarían dispuestos a desmontar los elementos más críticos del acuerdo de paz. Estas intenciones cuentan con el apoyo de segmentos importantes de la ciudadanía, que no alcanzan a ser una mayoría, pero son inaceptables para un número quizás mayor de ciudadanos.

No se sabe qué tienen exactamente en mente los que han hecho propuestas de reformar la Constitución, o cuál es el alcance que intentan darle a la reforma de la Justicia que prometen emprender. Es posible que deseen cambiar la Constitución a espaldas de la mayoría de los ciudadanos, minar la independencia de los tres poderes y diezmar las garantías democráticas. Tendrían que renunciar públicamente a la idea de revivir la reelección presidencial y a la de crear una corte única, nombrada o nominada por el Ejecutivo. 

Algunos candidatos se han pronunciado con vehemencia contra la corrupción y el clientelismo, que son un impedimento para desarrollar el país, para la productividad y la justicia social, pero otros pueden llegar impulsados por la maquinaria. Con ellos será necesario entender cómo van a parar la “robadera”. Falta ver si a última hora, en el afán de conseguir alianzas para la segunda vuelta, no desfallecen en este empeño, y conserven el imperio del clientelismo y la mermelada.

El gran reto durante la próxima administración será la economía y hasta ahora no se ha debatido con seriedad o en forma aterrizada. Los dos aspirantes que resulten deben definir su posición respecto al respeto a la propiedad privada, al modelo de economía que desean promover, y el marco en el que se desarrollarán las relaciones entre el sector privado y el Gobierno, y entre este y los otros grupos representativos de trabajadores, minorías étnicas, religiosas y de otros orígenes. El problema de insuficiente crecimiento ha sido esquivado en los debates y la discusión de política fiscal se concentró en las propuestas de rebajar los impuestos corporativos, no en cómo responder a la necesidad de aumentar el presupuesto muy significativamente para cumplir con las grandes demandas, hasta ahora insatisfechas, de gasto social, seguridad ciudadana e inversión pública.

“No se sabe qué tienen exactamente en mente los que han hecho propuestas de reformar la Constitución, o cuál es el alcance que intentan darle (...)”

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