Al firmarse los acuerdos de La Habana e iniciarse la campaña para el plebiscito del 2 de octubre, una de las mejores noticias para el país es el fin de lo que un sector de izquierda, que tuvo en su momento el apoyo de Cuba y los países del otro lado de la “cortina de hierro”, liderados por la Unión Soviética, llamó “combinación de todas las formas de lucha”. Estrategia que se entendía como la posibilidad de combinar la participación como partido legal y activo en elecciones, la organización del sindicalismo en grandes centrales obreras, la lucha política de juventudes y estudiantes, el asentamiento popular en barrios de invasión y hasta un teatro revolucionario con una guerrilla activa que buscaba el poder por la vía armada. Una combinación peligrosa entre guerra y democracia que generó reacciones bélicas desde la otra orilla y en conjunto con éstas la potenciación del conflicto armado colombiano en su máximo esplendor entre Farc y gobierno que terminó al amanecer del pasado lunes. Pero ahora, que tenemos unos acuerdos, estudiados durante casi cuatro años, detallados, minuciosos, resultado de un proceso serio y prudente, no están todos los colombianos contentos y será necesario el plebiscito.
Muy a pesar que desde los años sesenta otros sectores de la izquierda no comulgaron con esa idea de combinar las formas de lucha y reclamaron la necesidad de organizar partidos que participaran en elecciones, esta ala de la izquierda continúo con la intención de reproducir el ejemplo de la revolución cubana en su paso por la Sierra Maestra. Nunca triunfaron y a los procesos de paz anteriores les sacaron el quite. Recordemos cómo en los años ochenta mientras el país pintaba palomitas por doquier, las Farc casi doblaron sus frentes y ocuparon buena parte del territorio nacional. Recordemos la frustrante “silla vacía”, después de que esta organización simpatizara con la candidatura presidencial de Andrés Pastrana.
Ahora, luego de los acuerdos entre gobierno y Farc vendrá la entrega definitiva y total de armas de la guerrilla, la llamada Justicia Transicional y la incorporación de sus miembros a la sociedad. Durante la campaña presidencial podrán participar en las elecciones y ser elegidos. No se le entregará el país de ninguna manera al “castro-chavismo”; viene simplemente el fin del conflicto y la expansión del ejercicio democrático. ¿Algo más? Con solo eso el país habrá dado un salto adelante. Un país sin Farc es la mejor noticia en este aún comienzo del siglo XXI. Para todo lo demás que hoy se exige tendremos el resto del siglo.
Faltan 36 días para ir a las urnas y votar Sí. Sí apoyo el acuerdo final para terminar el conflicto y construir una paz estable y duradera.
*Columnista semanal
albertoabellovives@gmail.com
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