Columna


¿Y la competitividad?

MÓNICA FADUL ROSA

05 de octubre de 2016 12:00 AM

El Reporte Global de Competitividad es un índice que compara la situación competitiva de la inmensa mayoría de las economías del mundo. En dicho cálculo se consideran 12 pilares con toda una batería de indicadores.

El Foro Económico Mundial presentó los resultados de éste para 2016-2017. Colombia aparece en el puesto 61 entre 138 países, lo cual nos deja en la misma posición del año anterior, situación que impone una muy exhaustiva revisión y reconsideración de las estrategias que estamos implementando como país, para avanzar en este propósito nacional.

Conocidos los principales hallazgos, si bien se ven algunas mejoras en algunos de esos pilares, se ven también sensibles desmejoras. La mayor preocupación  se cierne en el que hubo una caída libre al pasar de la posición 32 a la 53, cual es el ambiente macroeconómico: inflación y déficit fiscal, aportaron a esto. 

Preocupa además, que unos de los factores vitales para sostener la arquitectura de la competitividad como lo son las instituciones, la eficiencia del mercado de bienes y la calidad de la educación entre otros, resultaron deteriorados o estancados. La corrupción, la justicia, los costos de la formalidad, incluyendo los tributarios, apuntalaron estos resultados poco halagüeños.

Hay que apurar la marcha en asuntos estratégicos para lograr las mejoras significativas que se requieren y poder alcanzar las metas del 2032 de nuestro Plan Nacional de Competitividad que estableció como objetivo para Colombia en el 2032 ser “el tercer país más competitivo de América Latina, con un nivel de ingreso per cápita equivalente al de un país de ingresos medio altos”. Ardua tarea la que hay que hacer entre todos.

Si por competitividad entendemos “la capacidad que tiene una empresa, una región o un país de obtener la mejor rentabilidad en el mercado respecto de sus competidores y su fin último es generar prosperidad colectiva.”, estas y otras circunstancias nos obligan a tener que ser más eficientes para alcanzarla.

El país y las regiones, entre ellas la nuestra, con informalidad y desigualdad que abruman, tienen que avanzar en la ejecución reformas estructurales tributarias, laborales y al sistema de justicia y además avanzar en su ambicioso y ordenado plan de ordenamiento de los territorios e infraestructura -que tiene importantes avances- que traduzcan un inteligente y transparente uso de los recursos, siempre escasos. Todo al tiempo pues todo influye y tiene su peso específico en la contribución al logro.

Hoy el ambiente político está caldeado, y los esfuerzos que habrá que hacer serán sin ninguna duda mayores, para mantener este tema en la agenda nacional.

monicafadulr@gmail.com
 

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