Columna


¿Y la estrategia?

JORGE RUMIÉ

13 de octubre de 2017 12:00 AM

La izquierda radical tiene su retórica política tan organizada y entrenada que los discursos que hoy escuchamos en cualquier esquina del país son los mismos que se gritaron en la URSS de hace 90 años, en la Cuba de hace 50 y en la Venezuela actual. Es increíble cómo armonizan la disciplina del discurso con su estrategia.

Conceptos como dictadura del proletariado, imperialismo, lucha de clases, capitalismo salvaje, entre otros, son expresiones universales que se vienen adoctrinando sin descanso desde hace décadas, sin importarles el tamaño de su fracaso como modelo. 

En el caso de Colombia el problema se agrava con la precariedad de nuestra democracia. Y lo digo porque el sector productivo es atacado diariamente por este tipo de organizaciones y los empresarios –quién lo creyera- jamás han tenido un discurso unido y coherente de defensa. Piensan que es un tema político y lo dejan para que otros lo resuelvan. De ahí que la gente del común termina interpretando que el mundo empresarial es insensible, no aporta y es culpable de todos nuestros males. Y claro…vean lo que pasó en Venezuela, mientras el sector productivo construía país, los comunistas cocinaron su ‘democracia’.

Un ejemplo típico de lo planteado es el desconocimiento total que muchos tienen de cómo funciona un país. Podría apostar que el 50% de la población colombiana cree que los recursos que la Nación maneja en escuelas públicas, subsidios, vivienda VIS, salud, etc., provienen de un árbol etéreo e infinito llamado “gobierno”, y jamás lo asocian con los aportes que todas las empresas del país hacen, incluido los profesionales, empleados e independientes. Por eso cuando la doctrinas comunistas triunfan, acaban con el sector privado, porque al final ellos mismos se creen la estupidez de su verborrea. ¿Sabías, por ejemplo, que tanto Cuba como Venezuela, antes de sus respectivas “revoluciones”, eran los dos países más ricos de Latinoamérica?

Ahora bien, quiero dejar claro que no soy de los ingenuos que piensan que todos los del sector productivo son unos angelitos y que algunos empresarios no se aprovechan de los privilegios del Estado. Eso lo tengo claro. Como también entiendo que los mercados tienen sus imperfecciones y el gobierno debe corregirlas. Pero al final, las democracias liberales se nutren de la defensa del sector productivo y las sociedades progresan cuando el sector productivo participa más activamente en disminuir las desigualdades sociales.

jorgerumie@gmail.com

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