Columna


Y ocurrió…;

MIGUEL YANCES PEÑA

18 de noviembre de 2013 12:02 AM

Y ocurrió lo que se advirtió. La línea de transmisión a 220 Kv entre la subestaciones eléctricas de Villanueva y El Bosque en Cartagena, que tanta polémica generó por que se pretendía construir aérea bordeando la ciénaga de La Virgen, de forma permanente y no temporal como finalmente se acordó, no resolvería –dijimos- los problemas de transporte de potencia a las subestaciones que conforman el anillo urbano a 66 Kv.

Una falla sencilla (n-1 en el argot) en uno de los dos cables de potencia que alimentan la subestación eléctrica de Bocagrande, produjo, por su duración y número de clientes afectados, un gran apagón en los tres barrios estrato seis que se alimentan desde ella.

Está claro -ahora si hasta para los incrédulos- que si bien la mínima condición de confiabilidad eléctrica exige al menos dos líneas a cada subestación, y Bocagrande las tiene, para poder hablar de redundancia, una cualquiera de ellas debería poder atender la demanda de potencia en horas pico de la subestación sin racionamientos. Y tratándose de cargas tan importantes como la industrial y la turística, deben seguir rutas diferentes para minimizar la posibilidad de un daño que las afecte simultáneamente.

Produce angustia, por decir lo menos, que la zona de influencia de la subestación Bocagrande, cuyas dos líneas transcurren juntas en el tramo aéreo y en el submarino, puedan fallar simultáneamente; especialmente en la parte submarina, cuyos cables tienen más de 30 años de antigüedad, y donde es más complicado encontrar y reparar una falla. Los racionamientos largos en tiempo y grande en energía dejada de  suministrar, y en número de clientes afectados, podrían durar varios días.

La posición de los especialistas es que el anillo de 66 Kv debe ser reemplazado por uno de 110 Kv, nivel de voltaje que permite una mayor capacidad de transporte de potencia, garantizando así la redundancia; o sin necesidad de cambiar el nivel de voltaje, con nuevas líneas y módulos de conexión a las subestaciones existentes, o aún mejor con nuevas subestaciones en el área servida.

Si no se ha hecho habiendo razones de peso, será porque las señales económicas no son suficientemente fuertes para incentivar la construcción de las soluciones,  o porque se les hacen trampas.

Creo que esta situación, prevista de tiempo atrás y divulgada en muchas de mis columnas, ya es evidentemente clara aun para quienes teniendo el poder político para exigir al gobierno nacional, eran escépticos.

Se debe pedir a la CREG, a la SSP y a la UPME, un poco de vigilancia a la forma en que se viene prestando el servicio en la ciudad de Cartagena (y en los estratos bajos es peor) con el fin de detectar posible falencias en la regulación y/o falta de rigurosidad a la hora de aplicar las multas en forma de compensaciones, por violaciones a los indicadores de calidad que estipulan las normas.

Ing. Electrónico, MBA

movilyances@gmail.com

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