Columna


Ya lo voy a decir...

CRISTO GARCÍA TAPIA

27 de agosto de 2015 12:00 AM

Sí, yo también estoy listo para decir de lo bueno que tiene Cartagena, que fuera mejor si su clase dirigente, gobernantes y administradores de la ciudad, hoy Distrito Cultural y Turístico, la sintieran, consintieran, trataran, respetaran más.

Y no solo a los de ahora me refiero, a los de estos tres lustros corridos del siglo XXI, cuyos pensamientos, palabras y obras, han sido más de las segundas, palabras, que de los primeros, pensamientos, y más bien poco de las últimas.

Sí, porque cuanto deja observar ese dejar de hacer por Cartagena, es que pensar a Cartagena, su grandeza y destino histórico trascendente, es que ese ejercicio de pensarla para convocarla colectivamente a transformarla, ha sido bien poco.

Casi nulo, si es que con seriedad, responsabilidad y compromiso, alguna vez se les ha pasado por la mente ese pensar a su ciudad, corralito la llaman afectivamente, a quienes se proclaman sus líderes o se hacen elegir, según sea del caso, para ser sus gobernantes y administradores.

Ni estos de ahora, ni aquellos de más atrás, de la pasada centuria, han hecho con el debido compromiso y responsabilidad social e histórica su tarea por Cartagena.
De suyo atractivo desafío para inscribir en los anales de su historia la más promisoria y planificada transformación urbana, social, económica, eco ambiental, paisajística y humana, que urbe alguna pueda convocar de quienes tuvieron, tienen y tendrán, la obligación de velar por su primacía y vigencia en el contexto regional, nacional y universal.

Que hubo destellos e individualidades tras la senda de ese desafío por Cartagena, es verdad, pero fueron eso: alumbramientos fugaces, instantes que no cuajaron una cultura de sentir y hacer siempre por Cartagena. De pensarla y repensarla todos los días; de convocarla en sus dinámicas para mantener prendido el motor de su transformación, desarrollo y crecimiento; de asumirla con su universo poblacional como el contingente decisivo, irremplazable, para esos emprendimientos.

Porque en su gente, toda y sin exclusiones, esta lo mejor de Cartagena; porque es con ella, con toda ella y sin las perversas exclusiones, como Cartagena es más bella, atractiva y retadora del desarrollo humano, crecimiento y progreso que le debemos; de la calidad de vida, de la movilidad urbana, de un medio ambiente saludable e incluyente, de los cuales no goza ni ha gozado como merecen sus gentes.

A Cartagena hay que quererla, nadie se opone a tan alto e inestimable sentimiento, pero Cartagena es su gente, toda sin excluir a nadie por motivo alguno.

Y yo lo voy a decir: si quiero a Cartagena, es porque me importa y quiero a su gente.

*Poeta

@CristoGarciaTap
 

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS