Columna


Zona de confort vs crecimiento

CARMEN SOFÍA LEMAITRE

18 de enero de 2014 12:02 AM

Ese estado de seguridad en que todo lo conoces, esa satisfactoria sensación de que todo está bien así como se está haciendo, de conformismo, de mediocridad, cansancio, nos estaciona en la llamada “zona de confort”. Esta zona está bien demarcada y sus líneas de barrera de salida físicas y mentales son gruesas y un porcentaje mínimo sale de su estado de confort, a veces permanecen mucho tiempo sin salir, o en el peor de los casos, no se salen nunca. Hay personas que duran largos años sometidos a la rutina, a horarios fijos y rigurosos, y se sienten insatisfechos porque se preguntan por qué la vida no les cambia, pues estar en la zona de confort es inversamente proporcional al crecimiento como ser humano: mientras más tiempo allí, menos se desarrolla la persona. Según estudios realizados por la Universidad Española, el 90% de la población vive inmersa en su zona de confort y tan solo un 10% supera las barreras y logra avanzar a otras zonas como es la “zona de miedos” seguida posteriormente por la del aprendizaje y por último, la zona de “éxitos y fracasos”.

En esa condición de ansiedad neutral llamada zona de confort, de rechazo al cambio, de no mirar más allá del entorno inmediato, donde el estancamiento del ser humano es su lenguaje y tiene como premisa no poder liberarse de dicha zona, allí, nada es retador, allí nos movemos como peces en el agua, es cómodo y a veces placentero estar en la zona de confort, porque allí los esfuerzos son pocos, las cargas son mínimas y nuestro entorno se vuelve tan conocido que todo podemos manipularlo fácilmente; pensar en salir de allí es enfrentar riesgos, desafíos. 

Todos tenemos diferentes estados de confort según nuestro entorno y situación, es por esto, según la condición de cada quien, que algunas personas terminan por sentirse bien en estado de desempleo, de gordura, de pobreza, en situaciones sentimentales adversas o con el fracaso en términos generales.  Solamente incomodarse y hacer actividades que no hacíamos nos saca de nuestra zona de confort.

Pero cuando confiamos en nosotros mismos, vencemos los miedos al cambio y nos volvemos un poco aventureros, y rompemos con la monotonía que lleva a la muerte en vida, es cuando como seres humanos migramos de la zona de confort a un lugar donde el crecimiento es la base de la salida. Cuando estamos fuera, llegamos a ser líderes dentro de nuestro propio yo, nos realizamos como personas y elevamos la autoestima.

Un ejemplo claro del estado de confort es aquel que a pesar de querer ser su propio jefe y desear emprender y ejecutar una idea de negocio nueva, teme dejar su condición de empleado por temor a fracasar, a hacer esfuerzos sin tener seguridad de triunfo.

Es por esto que invito en este año recién comenzado a pensar cuál es nuestra zona de confort y hacer un balance de crecimiento personal, para superar nuestras barreras de miedo, llegar a esa curva de aprendizaje, no dejar que las cosas pasen, sino hacer que pasen y finalmente lograr crecer como personas.

*Economista-Especialista en Recursos Humanos 

sofilemaitre@gmail.com

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