No podemos seguir llamando a las cosas por otro nombre. Eso no ayuda a solucionar los problemas, y sí termina agravándolos. La democracia es un estado mental en donde todos tenemos que cumplir con unas obligaciones y además, nos permite disfrutar de unos derechos. Eso no existe en el país. Acá unos se abrogan los derechos y los demás, que se jodan. Al que comete una falta le cae el peso de la Ley con contundencia, siempre y cuando sea un pobre diablo que no tenga relaciones. A aquellos que detentan el poder, se les concede el derecho a la inocencia mientras no se demuestre lo contrario, como en el caso de Agro Ingreso Seguro, que adjudicó subsidios a quienes no los necesitaban. Y con todas las patrañas habidas y por haber que permitieran la no violación de las normas, pudieron recibir mucho más. En las elecciones para elegir a los congresistas, se pudo ver de todo y se le llamó a todo con nombres con significado distinto. La palabra igualdad se pronunció pero ella no existió, ya que a solo unos pocos candidatos se llamaron para que postularan a amigos y así poder contratarlos antes del 31 de enero. Los topes de dinero eran para los que no teníamos ni siquiera para llegar a una quinta parte, o mejor, a ninguna parte de lo que la Ley decía. Se habló de hasta diez mil millones de pesos, mientras lo autorizado se convertía en irrisorio. Eso indica que la compra de votos no era eso, sino que eran solo regalitos o un extra en las elecciones. Ni hablar de lo denunciado en el sentido de amenazar a la gente. Su nombre era otro, solo una recomendación civilizada. Que todos tendrían las mismas oportunidades a través de los medios, pero solo unos cuantos salieron en ellos y fueron invitados a viajar en el avión presidencial, a participar de los consejos comunales para hablar en el Canal Institucional, asegurando además que eso no era participación en política sino gobernabilidad. A todo se le cambió el nombre. La mafia no era mafia, sino grandes personajes y empresarios. La politiquería, ahora es astucia e inteligencia. A la corrupción en la contratación de vías con miles de irregularidades demostradas, se le llamó mal cálculo económico y a los que denunciaban y denuncian todas las irregularidades oficiales: guerrilleros terroristas. Los pulpos económicos financiaron a quienes se les dio la gana para beneficiarse de las leyes que se tramitarán, pero son ejemplo de lo que se debe de hacer por parte de los colombianos y no tráfico de influencias. El ejemplo de grandes empresarios: Tomás y Jerónimo. Para terminar, a los que trabajan y trabajan se les señala como los que más joden, porque piden que se les aumente el salario para sobrevivir, pero los que se ganan miles de millones, los justifican porque hacen parte de los que aplauden todo oficialmente y así permiten que todo siga igual para poder afirmar que los gobernantes lo hacen perfecto. Ni hablar de los policías y soldados que siguen pudriéndose en la selva, porque lograr que queden libres no es acuerdo humanitario, sino debilidad. Nos tocará hacer un curso intensivo para poder ponernos acorde con el nuevo léxico, que es el de aquellos que todo lo contaminan. *Periodista, ex asesor de paz del gobierno Pastrana, ex facilitador del gobierno de Uribe para un acuerdo humanitario. lviveropaniza@hotmail.com
Columna
Al pan, pan; y al vino, vino
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