Columna


Alexitimia

MIGUEL YANCES PEÑA

02 de noviembre de 2009 12:00 AM

MIGUEL YANCES PEÑA

02 de noviembre de 2009 12:00 AM

Durante la década de los 50 y 60 del pasado siglo, los psiquiatras Peter E. Sifneos y John C. Nemiah, del Beth Israel Hospital, en Harvard, vieron que ciertos pacientes con trastornos psicosomáticos tenían muchas dificultades para hablar de sus emociones. Su semblante era inexpresivo, se sentaban de forma rígida, apenas gesticulaban, y no introducían cambios en el tono de voz. En 1972, Sifneos acuñó el término alexitimia para designar estas características (a: carente de; lexi: palabra; tymos: emoción), y a quienes las reunían, como alexitímicos. Con el tempo el término se ha hecho extensivo a quienes logran congelar las expresiones faciales para no dejar ver los sentimientos ni las emociones, y engañar, como los jugadores del póker, a sus semejantes. Contaba Carlos Barrios Angulo (q.e.p.d) en una de sus entrañables columnas en El Universal de Cartagena, que un importante psicólogo americano había logrado demostrar mediante comparaciones entre razas e individuos con diferentes desarrollo social e intelectual, que las expresiones faciales cuando manifestaban emociones como el placer, la tristeza, la melancolía o los celos, entre otras, eran universales. Ni se necesitaba un riguroso y extenso estudio para llegar a esta conclusión, pues observando con actitud científica a nuestros semejantes, identificamos en ellos ciertos patrones de expresión facial, para sonreír, llorar, protestar: esos patrones conforman en sí mismos un lenguaje más rico, sincero y primitivo que el escrito o el oral. Sin embargo no contaban los investigadores con la habilidad humana, esa si superior mientras mayor sea el grado de desarrollo, de ocultar las emociones y las manifestaciones faciales de las mismas; ni con una habilidad aún más desarrollada de expresar facialmente exactamente lo inverso de lo que se siente: amor en lugar odio; alegría en lugar de tristeza; admiración en lugar de envidia; lealtad en lugar de traición; apatía en lugar de deseo (o viceversa); altruismo en lugar de mezquindad; o sinceridad cuando se miente, entre muchas más. Y sin que esa fuera la intención, estas reflexiones lo arrastran a uno al campo de la política, porque es allí donde todas estas cosas se maximizan. Por ejemplo, con el caso de Honduras se ha ejemplarizado una vez más, todo lo que es posible hacer con la democracia cuando sus políticos son alexitímicos: se llega al poder mediante engaños, y una vez en él no se hace nada de lo prometido, o se hace exactamente lo inverso. Aunque no saber qué hacer pudiera ser una explicación a ese comportamiento, es poco probable que todo se deba a la improvisación (casos de Cuba y Venezuela), y no a una detallada planeación de los medios (la democracia) y los fines (su abolición). A juzgar por lo que sucede en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y ahora Honduras, esa es la nueva estrategia de la izquierda en el continente: establecer una dictadura usando la democracia (cambiando la constitución) y sobre ella el comunismo, un régimen tan impopular que requiere del totalitarismo para sostenerse. Habrá que estar muy atentos en las próximas elecciones para identificar a los alexitímicos políticos, y no dejarse engañar por esa nueva especie que expresa con sus palabras y con todo su cuerpo, lo contrario de lo que realmente piensan. *Ing. Electrónico, MBA, Ex Superintendente (Pensionado) Electricaribe. myances@msn.com

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