Columna


Alta, persistente y se reproduce

CÉSAR CABALLERO REINOSO

08 de agosto de 2010 12:00 AM

CÉSAR CABALLERO REINOSO

08 de agosto de 2010 12:00 AM

El PNUD acaba de presentar el “El Informe Regional de Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe 2010”. Su preocupación central es identificar los mecanismos que permitan “romper la trasmisión intergeneracional de la desigualdad”. Si bien, los países de la región presentan logros en su lucha contra lo pobreza extrema y el mejoramiento de las condiciones de vida, es claro que el ritmo de los avances es muy lento y se ha identificado la desigualdad como uno de los mayores obstáculos para la obtención de mejores y más rápidos resultados. Seis de los diez países más desiguales del mundo se encuentran en nuestra región. Al observar el índice de GINI, la medida más utilizada para observar la distribución del ingreso, América Latina presenta las situaciones más extremas. El país con mejor distribución de la región es Uruguay que presenta un GINI de 0.45, superior al de Portugal: 0.41, el de peor distribución en el grupo de los países “desarrollados”. La peor situación la tiene Bolivia con un GINI del 0.60, seguido por Haití, Ecuador, Brasil y Colombia. El indicador para el caso de nuestro país se ubica en 0.55. La situación no es nueva, el informe presenta datos regionales desde los años 70, en los cuales se puede observar la persistencia del fenómeno. Es una constante que seamos desiguales y es por ello que nuestros avances sociales no son mayores. Pareciera que nos hemos acostumbrado a la desigualdad y son pocas las acciones que hemos emprendido. El documento señala dos tipos de iniciativas que pueden contribuir a romper esta situación: por un lado las reformas fiscales y en particular las tributarias, que al aumentar los tributos directos, por ejemplo la renta, y disminuir el peso de los indirectos, como el IVA, son un camino para mejorar la distribución. Se cita el caso de Uruguay en este frente. Por el otro están los programas de subsidios condicionados a los hogares, como la Red Juntos en nuestro país. Su efectividad, no obstante, está limitada por el nivel de clientelismo existente en los países. Lo más grave de la desigualdad en América Latina es que se reproduce en múltiples formas y se trasmite en formas cada vez mayores entre las generaciones. Esto genera una situación de poca movilidad social. La región he mejorado sus coberturas en educación, pero las brechas en la calidad se han venido ampliando. Cuando la región generaba empleos agrícolas, industriales de baja tecnología y en la construcción, alcanzar la primaria y el bachillerato permitía mejores condiciones de vinculación al mercado laboral. Ahora, con los resultados de la globalización y la apertura, los sectores más dinámicos en la generación de empleo requieren un tipo de mano de obra distinta, bilingüe, con mayor conocimiento técnico y tecnológico, la cual no es recibida por el grueso de nuestra población. Por ello las distancias siguen creciendo y se reproducen en muchas formas Romper la desigualdad es el mayor reto de nuestra sociedad, hay maneras de hacerlo y si bien no son fáciles ni sus resultados se dan en el corto plazo, son posibles. Se requiere una voluntad política y el reconocimiento que sin una mejor distribución del ingreso, el crecimiento será menos dinámico y el desarrollo humano más lento. Por lo pronto es ya importante reconocer que la desigualdad en nuestra región es “alta, persistente y se reproduce”. *Cifras y Conceptos ccaballero@cifrasyconceptos.com

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