Columna


Apolinar Díaz Callejas

AP

26 de agosto de 2010 12:00 AM

CRISTO GARCÍA TAPIA

26 de agosto de 2010 12:00 AM

De Apolinar Díaz Callejas, nacido en las crestas de los Montes de María la Alta, sí que puede decirse que encarnó el más vivo cuerpo de pensamiento y acción; de afinada unidad en la que la ideología, la política y la praxis, fueron coordenadas que jamás consintieron el quebrantamiento halagado por las concupiscencias del poder. Fue la suya una metáfora de vida fermentada en la inteligencia; un acontecer signado por el carácter indoblegable del hombre que asumió como enseña la defensa de los desvalidos, a quienes todo derecho se les niega como si no fueran parte de esta Colombia atolondrada por la inequidad. Más allá de un lugar de nacimiento, Apolinar Díaz Callejas fue la sumatoria de nuestra historia contemporánea; promotor de una línea de pensamiento social y económico renovador y transformador. Por tanto, cuanto deba decirse de este colosoano universal tiene la impronta de la acción revolucionaria, pero no de aquella en la que prevalecen la emoción y por tal, vacía de filosofía que la encauce por resultados afines con el ideal que la alumbró. En Apolinar Díaz Callejas, prevaleció una visión crítica de la realidad colombiana; una apropiación ponderada de los diversos elementos que la conforman y conjugan para ser transmutados dialécticamente en corpus, capaz de dar sentido a una teoría del desarrollo colombiano en perspectiva transformadora del orden social, económico, político y cultural. Su fortaleza moral y ética, hicieron de la suya una personalidad indoblegable a los halagos del facilismo y el travestismo político, esa parodia nacional que hoy sume en frustración y desesperanza a millones de compatriotas inmolados en el tabernáculo de las urnas por quienes ofician de simulados defensores de sus derechos conculcados. De inteligencia superior y rebelde; defensor de la democracia y la libertad, cuanto discurre en su ideario está tutelado por el amparo del interés colectivo; por la reivindicación de los despojados de sus derechos humanos, sociales y políticos; por la prevalencia de la institucionalidad y del Estado Social de Derecho. De Apolinar Díaz Callejas, bien puede predicarse que vivió en estado de mocedad ideológica, de renovación dialéctica de las ideas y el pensamiento social que en su vida, de casi nueve décadas, defendió en el fragor de una lucha, que no por dura y de persistente riesgo, jamás pudo rendirlo. Solo a la muerte le concedió una tregua. Desde esa lozanía ideológica que conjugó como ideal de vida, velará Apolinar Díaz Callejas el sueño de una Colombia democrática, incluyente, pluralista, justa y practicante de los derechos humanos, sociales y políticos de millones de compatriotas en estado de indefensión social, de pobreza criminal, de marginalidad oprobiosa. Pocos colombianos en esta y otras horas de nuestra historia, alcanzaron el vigor ideológico, la autonomía e independencia para mantener un perfil de pensamiento, de acción y de compromiso transformador, como el que simbolizó Apolinar Díaz Callejas, de Colosó, Sucre, “un pueblo montado en la cúspide de una loma”. *Poeta, escritor y periodista elversionista@yahoo.es

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