Columna


Aprendizajes perniciosos

ROBERTO BURGOS CANTOR

19 de junio de 2010 12:00 AM

ROBERTO BURGOS CANTOR

19 de junio de 2010 12:00 AM

De los efectos culturales más deplorables de las invenciones de la política colombiana es posible mencionar algunos que por estos días confunden las decisiones de los votantes para Presidente de la República. Siempre se consideró que el mod elo del Frente Nacional sería una forma de garantizar el ejercicio del gobierno a los dos partidos enfrentados, con sus ideologías propias. Este modelo degeneró por lo excluyente de otras ideas y por la especie de inmovilismo político que creó al agregarle a la alternación en el gobierno, por un tiempo determinado, el reparto, que de proporcional pasó a la milimetría del gobierno y de la administración pública. Así dos concepciones opuestas de la política convivían en la práctica de gobernar anulándose o deformándose. Esto terminó por destruir el espacio de lo político. Bajo formas distintas y astutas esa modalidad supervive en la actualidad, como si lo único logrado con el Frente Nacional fuera el partido de gobierno, una categoría sin clasificación ideológica que se arma con retazos. Un engendro así mantiene en la conciencia de los ciudadanos la deformación de que en el esquema democrático nadie gana ni nadie pierde. De la idea clara de la democracia, aplicación de su principio de las mayorías, que da el derecho de gobernar a quien gana, se ha pasado a curiosas interpretaciones de reparto de la voluntad sobre el número de votos con los cuales se gana o se pierde. Por ello quien gana está amarrado a gobernar con un poquito de lo propio y otro poquito del perdedor y un cuarto de libra de quienes fueron desechados en la primera vuelta. O sea, de poco sirve ganar. Como somos producto de tamaña anomalía y las anomalías tienen proclividad a lo exótico, ahora surge otro factor de deformidad democrática: el soberano saliente hace campaña por sus programas moribundos y se los impone a los nuevos aspirantes al trono, quienes hacen promesa ante él de velar armas por la continuidad. Sin duda la continuidad en las obras públicas, en la vivienda, en la ampliación de la cobertura de salud es deseable. ¿Y aún allí quién apostaría por continuar con los ineficientes sistemas de superación de la pobreza? Llevamos siglos de atraso. Pero la política exige imaginación, deseo, pasión transformadora en nombre del bien común, del interés público, de todos. El gobernante debe ser mejor que la adversidad y jamás igualarse a ella. Ahora uno de los candidatos a quien se le reconoce la construcción de símbolos es imitado por el soberano que divulga la imagen de huevitos y gallinas. Pronto tendremos al país convertido en un corral de gallinas culecas cacareando igual. En este territorio donde la razón es minada por el egoísmo y la obcecación de la autoridad, se pervierte la capacidad de examinar y comprender. Los ciudadanos al ver el delirio también lo ejercen. No votan para que gane aquel que convenció sino que sufragan para finalidades distintas a aquellas que justifican el sistema electoral. Unos voticos por Petro en la primera para reprochar a Mockus su equivocada respuesta. Otros voticos por Araújo para agradecerle sus sentencias. Y el materialista práctico: tírame un almuerzo y el transporte y te regalo mi cédula mohosa. *Escritor rburgosc@postofficecowboys.com

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