Columna


Apuntes de la informalidad

DANILO CONTRERAS GUZMÁN

18 de junio de 2009 12:00 AM

DANILO CONTRERAS GUZMÁN

18 de junio de 2009 12:00 AM

Es común oír de dirigentes y gentes de a pie que no existe una Cartagena sino dos, una privilegiada y otra empobrecida. Esta evidencia es mostrada como una aberración que debe ser combatida para integrar la ciudad. Cuando la prensa local se ha ocupado en diversas notas de fenómenos sociales como la ocupación de espacios públicos por informales y el mototaxismo, he comprobado la magnitud de la fractura entre la Cartagena de mostrar y la que se intenta esconder. Los esfuerzos de gobernantes y ciudadanía deberán ser grandes para zanjar la brecha. No aludiré a políticas gubernamentales sobre la integración social y económica de la ciudad, sino a la impresión causada por algunos comentarios a dos notas periodísticas publicadas en El Universal virtual sobre comerciantes informales y mototaxistas. Muchos comentaristas recalcaron su percepción negativa acerca de estas expresiones socioeconómicas, planteando la necesidad de perseguir a todo aquel que se dedique al comercio informal o al mototaxismo. Critican que el Estado dé alternativas a los informales y no aprueban que se organicen para defender sus intereses, aduciendo que sería una especie de concierto para el delito y el desafuero. Esta, que puede ser una tendencia generalizada en la opinión y entre amplios estamentos de la dirigencia local, amerita un análisis más detenido de causas, desarrollos y posibilidades. Según estudios del Observatorio Socioeconómico de la Sabana, cerca del 80,3% de los mototaxistas en Sincelejo desearían realizar otras actividades comerciales en servicios, agropecuarias, obras civiles, incluso, formación académica. Luego, la regla general es que ninguna persona aborda estos oficios por complacencia, sino por el fenómeno notorio de la contracción de la oferta laboral en la nación. Una visión estigmatizadora no permitirá una etiología del fenómeno y nos llevará a acudir al escueto expediente de la autoridad, sin parar en mientes en la implicación social de una salida como esa. Contrario a ello convendría que autoridades y ciudadanos reflexionaran de manera tranquila acerca de los caminos que nos han llevado a presenciar este mar de conciudadanos lanzados a la calle en busca del pan, para luego construir políticas que integren a estos sectores a nuestra Cartagena doble. La O.I.T. ha expresado: "El potencial del sector urbano no estructurado de generar nuevas fuentes de trabajo representa para las autoridades una poderosa herramienta. Por cierto, el sector urbano no estructurado suele servir de dispositivo amortiguador para la población urbana pobre vulnerable y marginada, pero a menudo se subestima su capacidad productiva”. También la Corte Constitucional ha sostenido que toda política referente a estos temas ha de partir de una evaluación cuidadosa de la realidad social que muestra la vulnerabilidad de amplios sectores de la población a fin de que las medidas implementadas sirvan para garantizar condiciones de dignidad y minimizar las manifestaciones de pobreza que tanto criticamos. Un epigrama de Wilde parece apropiado para invitar a todos a repensar estos asuntos y hallar salidas inteligentes: “Hemos sido engañados por la palabra acción. Pensar es actuar”. *Rotaremos este espacio entre distintos columnistas para dar cabida a una mayor variedad de opiniones.

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