He recibido de mi buen amigo y exparlamentario Joaquín Franco Burgos una nota en la que plantea, con ricos matices, un amplio programa de arborización de Cartagena que reproduzco a continuación. Dice así: “La palabra palo, está aceptada por la Real Academia Española, también, como árbol. Las palmas que se siembran en nuestros parques, son orientales y nunca sembradas al nivel salobre de nuestro ambiente. La ciudad de Palmira, adornada de palmas, está situada en el desierto de Tadmor, al Norte de Damasco, lejos del mar, por lo tanto, tratar de imitarla por acá, es un fracaso y gastos de dinero. Lo natural es lo nuestro: sembrar el cocotero, que crece en las tierras bajas tropicales, próximas al mar. Pero existen unos palos de cocos llamados enanos, son los adecuados como adornos, no los conocidos de veinte metros de altura. Muchos lectores dirán que los enemigos de nuestras bellezas se comerán el fruto, los cocos, que lo hagan, pero obligar a los ladronzuelos a llevarse del sitio lo hurtado y no ensucien el sector. Tenemos un Club de Jardinería. El Distrito debe contratar con esta entidad, sin ánimo de lucro, el cuidado de nuestros parques y árboles en general. Estudiemos, Vizo, lo conveniente. Para mi concepto, fomentar la siembra de árboles frutales, por todas partes, en nuestras avenidas. ¿Qué tal la avenida Pedro de Heredia sembrada de palos de mango? Muchos dirán que los tira piedras harán intransitable la vía. Pero, por favor, con ese concepto es que con la falta de educación, estamos derrotados. Coloquemos en las avenidas unos guarda-jardines, así como en los países de mayor cultura los hay de guarda-bosques, para el mismo fin. Y otros árboles frutales bellos, los de zapote, mamón, almendras, cacao, etc. Ahora, los árboles frutales, los palos de mango, atraen pájaros, embelleciendo más el ambiente, Vizo. Se dirán ¿Y los honderos? Por favor, los guardas-jardines deben dedicarse a quitarles las hondas, enseñarles a no matar pájaros, que en nada les beneficia, diciéndoles no matar hoy a los pájaros y mañana a sus semejantes. Es que con ese concepto de no hacer, por la falta de educación, Vizo, nuestra Cartagena de las Indias no tiene fuentes de agua. Las pocas que había, fueron desbaratadas por el triste espectáculo público de servir de baño y piscina para determinado sector, así como bebida y lavaderos de nuestros maltratados caballos cocheros. “Con arborización adecuada y fuentes abundantes, recibiremos el beneficio de mitigar el calor de la temporada. En mi residencia, en un pequeño lote, además de bloques y cemento, tengo un frondoso palo de mango y otro de guanábano; además de una bella fuente interna, a ellos llegan cientos de pájaros. Nuestro amigo Wiston Caballero, tiene un excelente programa de sembrar totumos, apoyémosle para que lo extienda por sectores en la ciudad, su pulpa es muy apetecida en la farmacología, su cubierta o concha en la artesanía. Y, ¿el Eucalipto, de un crecimiento rápido, y con su refrescante olor? Vicente: estudia mis propuestas, refiérete a ellas y pidámosle al Club de Jardinería que haga extensa su excelente labor. Poco a poco, sin decepcionarnos, lograremos educar y agradar el ambiente, aunque sus beneficios los apreciemos a fines del siglo XXI, por eso debemos actuar ya, sin más pérdida de tiempo. Extiendo estos conceptos, por tu conducto, a nuestra Judith, la alcaldesa de la ciudad española más bella del planeta”. JOAQUÍN FRANCO BURGOS *Ex congresista, ex embajador, Miembro de las Academias de Historia de Cartagena, y Bogotá, Miembro de la Academia colombiana de la lengua. academiadlhcartagena@hotmail.com
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