Columna


Barú: puntada sin dedal

JAIME ALBERTO RESTREPO CARVAJAL

21 de julio de 2010 12:00 AM

JAIME ALBERTO RESTREPO CARVAJAL

21 de julio de 2010 12:00 AM

En mayo se publicó el “Plan Regional de Competitividad de Cartagena y Bolívar 2008 a 2032”, elaborado por personas idóneas del Gobierno, gremios y academia, en 5 mesas o apuestas estratégicas: 1) Petroquímica y plástico, 2) Turismo, 3) Logística para el comercio exterior, 5) Diseño, construcción y reparación de embarcaciones navales y 5) Agroindustria. El plan fue completo y coherente en varios frentes, mas no para Barú. Pide “desarrollar a Tierra Bomba como destino cultural y turístico”, pero no hace lo mismo con las 7.127 hectáreas de Barú, penas mencionada, como relleno, con otras regiones. En las estrategias del turismo plantea el “mejoramiento y ampliación de la cobertura y calidad de los servicios públicos en zonas potenciales de desarrollo turístico (Zona Norte, Barú, Tierra Bomba, Parques Naturales. Islas del Rosario, Mompox entre otros)”. Y en las estrategias transversales pide “implementar los programas de formación en Bilingüismo en Bolívar incluyendo el archipiélago de las Islas del Rosario, Tierra Bomba, Barú y Mompox.” Tampoco traza metas de sostenibilidad como el tope demográfico de Barú (8.949 habitantes en 2005, según el Dane). ¿Si se duplica o triplica, qué pasaría con ese ecosistema frágil? Buen tema para debutar tiene la próxima ministra del Ambiente, Sandra Bessudo, ecologista apasionada. Luego, pide “calcular la capacidad de carga turística y la respectiva regulación de su flujo en Cartagena, Mompox, San Bernardo, Bocachica, Tierra Bomba e Islas del Rosario, incluyendo la utilización de plantas residenciales como oferta alojativa (Sic)”. ¡De nuevo se olvida a Barú! Sin conocer ni regular la carga máxima hay riesgo de convertir la isla en otro Bocagrande, como desearían varios inversionistas. La meta es “alcanzar una capacidad hotelera de 5.000 nuevas habitaciones en Cartagena en 2032”: ¿cuántas en Barú? Por último, soslaya el ordenamiento territorial al no proponer un turismo acorde con la isla: ¿ecoturismo o masivo?, ¿de alta gama o seguimos con las docenas de buses repletos de “turistas” no consumidores que saturan a Barú cada fin de semana? De la respuesta correcta dependerá la generación del empleo en la cantidad y calidad que necesitamos para estimular la formalidad empresarial e incrementar los ingresos fiscales. Ver la fila interminable de buses, borrachos sucios y vendedores informales que se apiñan en el ferry, cada domingo, es la premonición del fracaso del turismo de Barú si no contamos con un plan de ordenamiento serio y lo hacemos cumplir; y del colapso que tendría el cruce del Canal del Dique (no sería extraño que el proyecto del puente lo tenga “alguien” esperando el momento para concesionarlo sin licitación, como se puso de moda). Sin el filtro del ferry, Barú sería el acabose. La nueva vía pavimentada, el puerto en marcha, las industrias livianas (permitidas en el POT por cuenta de Curi y el Concejo, desde 2004), el desarrollo inmobiliario de Argos (mayor propietario con cerca de 1.100 hectáreas), los nuevos hoteles, condominios y marinas son detonantes para disparar pronto los asentamientos marginales, el “turismo de olla” y la inseguridad en Barú. La portada bien lograda del documento muestra un mapa de Bolívar tejido por dos agujas con los colores de la bandera regional, para reflejar la inclusión de todos los agentes productivos y el fortalecimiento del tejido empresarial, al cual sólo le falta una puntada final: ¡Barú precisamente! *Ing. Civil y MBA, Directivo Empresarial restrepojaimea@gmail.com

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