Columna


Bogotá en crisis

AURELIO MARTÍNEZ CANABAL

25 de agosto de 2010 12:00 AM

AURELIO MARTÍNEZ CANABAL

25 de agosto de 2010 12:00 AM

Dudé un poco sobre la forma más adecuada de rotular esta columna. Finalmente llegué al convencimiento de encajar la palabra “crisis”, cuando se trata de calificar lo que está ocurriendo y, posiblemente, habrá de suceder en el inmediato futuro, en el manejo de la administración del Distrito Capital. Y no se trata de una sindicación subjetiva. Es lo que estamos soportando cada día los habitantes de Bogotá, a lo cual se suman las apreciaciones de analistas calificados sobre las finanzas públicas de la capital de la República. En la hora presente la experiencia bogotana de vida es de un entorno de caos. El alcalde Moreno Rojas, posiblemente al conocer el cuestionamiento que se hacía sobre su capacidad como administrador público, resolvió embarcarse en toda clase de obras materiales. Pero, sin plan ni concierto. Simultáneamente se contrataron nuevas calzadas para el Transmilenio, se acometió el arreglo de andenes, la reconstrucción de redes de alcantarillado y acueducto, así como la repavimentación de numerosas vías. Alguien podría preguntarse: ¿qué tiene de censurable que la administración distrital se haya lanzado a la ejecución de un plan ambicioso de obras públicas? El anterior interrogante resiste las más diversas respuestas. Es evidente la ausencia de una adecuada planeación, que ha conducido a que la ciudad luzca como si hubiera sido objeto de un bombardeo destructor. Calles y avenidas rotas y aceras intransitables, han originado una situación caótica, tal como antes lo subrayaba. No hay certeza alguna de cuándo se concluirán los trabajos que se acometen. El incumplimiento sistemático de los constructores es pan de cada día. Eso, sin mencionar la corrupción generalizada en los procesos de contratación, llegándose a la denuncia de la conformación de un auténtico “carrusel” de contratistas. Es un señalamiento que han hecho hasta correligionarios políticos del jefe de la administración capitalina. A lo anterior se agrega la alerta que ha accionado el saliente secretario de Hacienda, Juan Ricardo Ortega. A partir del paso por la alcaldía bogotana de Jaime Castro, y con una afortunada continuación en cabeza de Enrique Peñalosa, Antanas Mockus y Lucho Garzón, los presupuestos se administraron con tino y transparencia. Ahora resulta que esta piñata de obras y, especialmente, el faraónico proyecto del metro, pueden llevar al tesoro distrital a una quiebra absoluta. Frente a la ausencia de control político por el Concejo Distrital: ¿habrá alguna forma de intervención de los órganos nacionales de control, ahora cuando ha llegado a la Contraloría General de la República Sandra Morelli, para frenar este verdadero despelote? A medida que la administración Santos Calderón acelera la ejecución de su programa de gobierno, se confirma el propósito de vigorizar los entes territoriales. Un mayor acento en la institucionalidad administrativa y una mejor conducción de la Hacienda pública, parecen ser metas del nuevo gobierno nacional. Esto va a requerir de las autoridades seccionales mayor esmero en la aplicación de los recursos y en la contratación y ejecución de obras. Retrasos como el que ha tenido el proyecto de Transcaribe en Cartagena será algo a lo cual habrá de ponérsele coto. *Abogado Consultor en Minas e Hidrocarburos. marcan2@etb.net.co

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