Columna


Boyacá: minería, cultura y turismo

AURELIO MARTÍNEZ CANABAL

12 de agosto de 2009 12:00 AM

AURELIO MARTÍNEZ CANABAL

12 de agosto de 2009 12:00 AM

Recorrer Boyacá es siempre interesante y grato. La oportunidad la tuve con motivo del foro organizado en Paipa por Fenalcarbón, sobre la importancia de la infraestructura en la industria carbonífera. El encuentro confirmó la potencialidad geológica en la región cundiboyacense y los Santanderes. Complementándose las explotaciones que, de tiempo atrás, se realizan en estas comarcas, se evidencia un marcado interés de inversionistas que apuestan al hallazgo de nuevas reservas. El horizonte indicado se tropieza con la inexistencia de una infraestructura para desarrollos a grande escala, con miras a exportación. El transporte hasta puerto de embarque, además de ser una tarea titánica, genera costos que afectan la competitividad. De ahí que el proyecto del ferrocarril Opón Carare, ya en vía de esperanzadora ejecución, abre una ventana de futuro estimulante. Porque cada vez se vuelve más urgente el aprovechamiento del subsuelo carbonífero que, en cuanto al mineral localizado en el centro y oriente del país, requiere la disponibilidad de infraestructura de transporte. El costo de oportunidad es ahora más apremiante, dadas las campañas sistemáticas de oposición al empleo de este mineral por los movimientos ambientalistas. Unas cuantas palabras deseo destinar al porvenir turístico de las provincias boyacenses. La hospitalidad de sus gentes, la belleza de su entorno natural y la huella de la historia cimientan la vocación para recibir corrientes de visitantes. Pero, es recomendable que en hoteles y hosterías se disponga de servicios de recreación para los huéspedes. Además del atractivo de las aguas termales, sería conveniente contar con salas de lectura y de exhibición de películas y videos, así como espacios para juegos de salón. La visita al Museo de Arte Religioso de Duitama y a la Basílica Menor y al Monasterio contiguo de Monguí me produjo una tristeza patria auténtica. El sostenimiento deficiente, que llega al total abandono en algún caso, de estos monumentos, me enfrentó con el poco interés de la sociedad colombiana por nuestro pasado. Es imperioso que el Ministerio de Cultura, las autoridades departamentales y locales, así como la jerarquía católica de estas localidades y la ciudadanía toda, acudan a salvar las que son valiosas expresiones de nuestra historia. Es el ferviente llamamiento que hago, en favor de un valioso patrimonio cultural con que cuenta la querida y admirada tierra boyacense. Acudo a la responsabilidad de las autoridades nacionales del ramo y al civismo de los dirigentes de los sectores público y privado de uno de los rincones más entrañablemente ligados a nuestra historia patria. La promoción turística del país no sólo debe contemplar los encantos naturales, sino también los incentivos de orden cultural, especialmente cuando se fundamentan en el devenir histórico. Así se cumple con el compromiso de salvaguardar los testimonios del ayer nacional y se facilita la captura de flujos de viajeros de buen nivel humano y, por ende, con capacidad de gasto adecuada. De ahí que también deba asegurarse la conservación esmerada de templos, claustros y otros testimonios materiales de nuestro recorrido histórico en la Costa Caribe. *Abogado Consultor en Minas e Hidrocarburos. marcan2@etb.net.co

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