Este es un nombre sonoro que representa a una persona enamorada de la vida con todas sus ventajas y desafíos. Ni frente al dolor físico se queja. Su percepción del mundo y de las cosas la va mostrando según el dictamen de su especial sensibilidad, que se ve cristalizada en cada una de sus canciones. No es un artista de la prosa como García Márquez, ni un explosivo pintor de colores deslumbrantes como Obregón, pero si un poeta que monta versos en el pentagrama para transmitirnos con sencillez y sin premura que los más nobles sentimientos del hombre se nos explican sin la altanería de sabios prepotentes que confunden la grandeza con la estatura intelectual. Se ocupó del amor y de las mujeres con tanta devoción como de la amistad, la naturaleza y el humor que nunca le ha faltado. Eso de “que todo es para ti” es la muestra más evidente de su desprendimiento y sometimiento a la dictadura del amor. Me cuesta mucho buscar una canción con el lamento que trasmite “Marily,” que sólo la asocio con Alicia adorada, de Juan Polo Valencia. Y qué decir de esa magistral y bella forma de pintarnos “Los sabanales”, como para envidia de nuestros más connotados artistas del pincel. Con “Los calabacitos alumbradores” mostró esa otra faceta picaresca con que, además de ponernos a bailar, nos divirtió con ese personaje de Compae Menejo, que asombrado con el adelanto del pueblo, compró uno de esos calabacitos para sacarle la semilla y sembrarla en su parcela, pero le salió vano. En “Mi color moreno” advirtió su rechazo al racismo y nos recordó el derecho a la igualdad. Con “La plata” hace gala de una filosofía práctica. Con “Diana”, “Irene”, “Playas marinas”, sigue con la mujer para dedicarle sus mejores y más sentidas melodías. En “La charanga campesina”, “El pirulino” y en más de mil canciones, continúa mostrando ese talento que lo señala como el mejor y más prolífico compositor colombiano, al lado de José Barros. Semejante personaje que ha exaltado el nombre de nuestra Región Caribe y de Colombia en los más selectos escenarios del mundo, se apaga lentamente como si fuera protagonista de una de sus canciones, sin que la mano de la reciprocidad se le extienda para pagarle a medias el servicio que nos ha prestado, siquiera haciéndole ese homenaje que podría ser liderado desde la gobernación de Sucre, sobre todo por un gobernador como “Tuto” Barraza, receptivo a las inquietudes de quienes encarnan la cultura sucreña. Qué mejor oportunidad, entonces, Sr. Gobernador, para vincularse decididamente a ese merecimiento musical con una producción que junte a Rolando Ochoa con los más representativos cantantes del momento, como Peter Manjares, Silvestre Dangond, Alfredo Gutiérrez, Poncho Zuleta, Jorge Oñate, Diomedes Díaz, Farid Ortíz, Beto Zabaleta e Iván Villazón, quienes interpretaran las mejores canciones del maestro. Si, ni aún frente al dolor físico se queja, pero inexorablemente lo llevará hasta tocar el límite de un final que sería menos penoso si ahora le reconocemos como el mejor de los mejores compositores colombianos, ofreciéndole el homenaje que Calixto no pide, pero que sus paisanos estamos en la obligación moral de brindarle. noctambula2@hotmail.com
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