Columna


Cartagena Cómo Vamos: reflexiones

JORGE ENRIQUE RUMIÉ

11 de septiembre de 2009 12:00 AM

JORGE RUMIÉ

11 de septiembre de 2009 12:00 AM

El programa de medición ciudadana Cartagena Cómo Vamos, que evalúa mediante encuesta la percepción que tiene la gente del desempeño de la Alcaldía Distrital, entregó recientemente sus resultados y por su importancia, merecen su análisis al costado de la avenida circunvalar de la reflexión. Entrando en materia, lo primero que llama la atención en la encuesta es el bajón apreciable que tiene la Alcaldesa en su favorabilidad, la que interpreto como demasiado drástica para las ejecuciones de su gobierno. Fíjense ustedes que la percepción ciudadana encontrada en temas fundamentales como salud, educación y servicios públicos se mantiene en niveles altos de satisfacción. También podría citar otros avances de su gestión en temas que políticamente no son valorados porque ignoramos su impacto directo en el bienestar de la ciudad, como las finanzas públicas, la reducción del despilfarro, la lucha contra la corrupción, su independencia del Concejo, su capacidad para obtener recursos del Gobierno Central y la misma seriedad de su trabajo, que nadie pone en duda. Pero entonces, ¿qué pasa? ¿Por qué una pérdida de 28 puntos en su favorabilidad? Bueno, casualmente de eso se trata mi columna, de tratar de interpretar dicha medición, la que resumiría en los siguientes aspectos fundamentales: Primero, lo que dicen todos, que la Alcaldía ha tenido problemas serios en comunicar sus logros (creo que lleva como siete secretarios sobre el tema), aunque debemos reconocer que ha mejorado apreciablemente en los últimos meses. Segundo, teniendo en cuenta que su gobierno representa una ruptura con la clase “politiquera tradicional”, es obvio que muchos están tratando de desprestigiarla para recuperar las andanzas del pasado. Y parte de la estrategia de ataque se concentra en varias de las emisoras AM (no todas, aclaro). Tercero, Judith se embarcó sobre unas expectativas de logros en la ciudad que, sin necesidad, le están afectando a ella misma. Nadie la obligó. ¿Algún ejemplo? Pues obviamente su Plan de Desarrollo Distrital que tiene algunas metas demasiado ambiciosas. La ambición es válida, pero manejable, de lo contrario se corre el riesgo de crear expectativas sin necesidad. Tomemos un solo caso por razones de espacio, y sería su programa de vivienda popular VIS con una meta de 15.000 casas construidas en su cuatrienio. Es claro que la Alcaldesa terminará construyendo –anótenlo, estimados amigos- más viviendas VIS que todos los alcaldes anteriores (juntos) desde que existen las elecciones populares, pero jamás podrá llegar ni cerca a la meta de las 15.000 viviendas. Entonces, ¿para qué comprometerse con semejante cifra? Cuarto, la malla vial. Hombre, cuando se inician los gobiernos, nadie exige obras monumentales, es lo lógico; pero por lo menos tapemos los huecos de las avenidas principales, porque queda la percepción de que la ciudad está acabada y no hay ejecuciones. Y quinto, su cuento del “Alcalde somos todos”, que quedó en retórica pura. Pinedo botó por la ventana uno de sus principales activos: el deseo de muchos de ayudarle desinteresadamente. En política la gratitud es oro y el caudillismo empalaga en “procesos ciudadanos” como el de ella. *Economista, Empresario. jorgerumie@gmail.com

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