Columna


Cartagena diversa

CLAUDIA AYOLA ESCALLÓN

15 de octubre de 2009 12:00 AM

CLAUDIA AYOLA ESCALLÓN

15 de octubre de 2009 12:00 AM

El ex alcalde de Bogotá, Lucho Garzón, conmemoró el día del Orgullo Gay y presentó en Teatrón, un reconocido lugar de homosocialización, la política distrital contra la discriminación. Esto marcó un hito en la historia de inclusión de la capital de país. No es extraño encontrar banderas con los colores del arcoíris colgando de la ventana de algún apartamento de Chapinero y parejas del mismo sexo haciendo el mercado. Seguramente esta iniciativa le costó a Garzón una serie de críticas, pero él algún día me habló del riesgo que se asume en estos casos en los que debes hacer algo decisivo y mostrar una postura clara frente al reconocimiento de derechos de una población. En Chapinero hay un centro comunitario para personas LGBT, sigla usada para referirse a lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas. De cualquier modo, Lucho Garzón, será recordado como el Alcalde que asumió el riesgo de la crítica, pero que produjo grandes avances en reconocer los derechos de este sector de la población. Barack Obama, por ejemplo, acaba de ratificar su compromiso con los homosexuales de su país, reiterando la promesa de eliminar la política "don't ask, don't tell", que condiciona el ingreso de los homosexuales a las Fuerzas Armadas obligándolos a que no revelen su orientación sexual. Obama tampoco se salvará de las críticas. Las personas que discriminan a los homosexuales son muchas y tienen la fuerza conferida por el odio y el desprecio, sentimientos que han sido los motores históricos del sufrimiento de la Humanidad. Los prejuicios contra las personas homosexuales pasan de una lógica seudocientífica, en la que se señalan de anormales y enfermos, hasta una lógica religiosa en la que se usa a Dios como argumento para que los seres humanos rechacen a otros seres humanos. En Colombia el tema es vital, sobre todo si consideramos los asesinatos a personas homosexuales, crímenes tan frecuentes y sistemáticos que parecen en serie. El conflicto armado exacerba el problema, pues tampoco es un secreto que en los últimos panfletos que circulaban sembrando el terror, se advertía la muerte para homosexuales. Cartagena ha empezado a dar sus primeros pasos en detener la discriminación contra este sector de la población. Este año, el desfile gay que se celebra cada noviembre, tendrá un trasfondo de reivindicación de derechos y se enmarca en una serie de espacios académicos que tal vez saque a más de uno del oscurantismo. No será una empresa fácil. Incluso esta columna será comentada por los mismos argumentos de discriminación. Citarán a Dios, a la normalidad y otros serán groseros. Nada nuevo. Sin embargo, tal vez podamos dejar de apoyar la compra de armas para la guerra y empezar a inventarnos mejores formas de relacionarnos los unos con los otros. Tal vez esto funcione, porque el odio y la discriminación sólo ha logrado que andemos por allí con las caras amargadas, envenenados con nuestra propia hiel, sin siquiera aceptarnos a nosotros mismos. *Psicóloga claudiaayola@hotmail.com

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