Columna


Cartagena vs Turbaco

LUIS ENRIQUE BORJA BARÓN

16 de septiembre de 2010 12:00 AM

LUIS ENRIQUE BORJA BARÓN

16 de septiembre de 2010 12:00 AM

Turbaco y Cartagena, como dos hermanas siamesas, están comprometidas a no vivir separadas y por consiguiente obligadas a ayudarse mutuamente. La historia nos cuenta que las bondades del puerto fue la razón que primó en la decisión de los fundadores de Cartagena, pues la falta de fuentes de agua dulce y alimentos en sus cercanías les trajo muchas dudas. Por el contrario, la existencia de Turbaco fue espontánea, y tal vez por lo mismo no tiene fecha de fundación y su desarrollo parece obedecer a ventajas comparadas, entre ellas un clima más benigno. Prueba de lo anterior es el hecho de que algunos personajes históricos, como los generales y ex presidentes Simón Bolívar y el mejicano Santa Ana, la prefirieron como lugar de descanso y, hasta épocas no remotas, también fue costumbre de muchas familias cartageneras. Hoy se puede afirmar que allí pernocta un buen porcentaje de estudiantes y de la fuerza trabajadora que mantiene viva a la heroica ciudad. Cientos de años de progreso afortunado han permitido a Cartagena mitigar sus desventajas, pero el descuido de compartirlo con su hermana siamesa la ha llevado al extremo de dificultar el ingreso a todos sus vecinos, justificándolo con razones que, aun con la posibilidad de ser legales, no la exime de ser culpable por no haber ofrecido oportunamente solución adecuada. Imposible entender que más de cinco siglos no hayan sido suficientes para construir una vía moderna junto con facilidades de transporte, que permitan una comunicación cómoda, segura, agradable y costeable, entre dos hermanas que se siempre se han necesitado y se necesitarán. Es impostergable que las dos ciudades estén incluidas dentro de una misma zona metropolitana, pues les facilitaría utilizar ventajas que las dos necesitan. Hace unos años la idea se concretó, pero con la mala fortuna de que sus impulsadores ambicionaron –absurdamente- incluir en la figura a la mayoría de las poblaciones del Departamento, con la consecuencia de que la única, Turbaco, que por derecho natural debió ser incluida, votó negativamente como manifiesto de ausencia de buenas relaciones entre las dos urbes, actitud que, desafortunadamente, aún mantienen sus moradores, más por intereses personales, principalmente económicos, que por razones que beneficien a la mayoría. Es de esperar que prontamente esas diferencias dejen de existir y algunos turbaqueros entiendan que para su conveniencia, la nueva doble calzada entre Cartagena y Turbaco, que perezosamente se construye sin importar la condecoración que ya produjo, pase por fuera de esa población como parece que va a suceder, para facilitar su desarrollo hacia la creación de espacios habitacionales y facilidades turísticas, cómodas y seguras, que los cartageneros sabiamente utilizarían. Entonces no sería descabellado pensar que Transcaribe, si algún día funciona, comunique rápidamente a Cartagena con Turbaco. Finalmente, se puede asegurar que en un futuro cercano las dos comunidades estarán fusionadas irremediable y plenamente. Ya hay lugares en donde sólo las separa una calle, por lo cual se debe entender que poner dificultades en cualquiera de las vías que las une, sin excluir peajes, las separaría aún más, por ser contrario a lo que recomienda una lógica sana. lubor149705@gmail.com *Rotaremos este espacio entre distintos columnistas para dar cabida a una mayor variedad de opiniones.

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