Columna


Cebras: Debate de vida

GERMÁN DANILO HERNÁNDEZ

29 de diciembre de 2009 12:00 AM

GERMÁN DANILO HERNÁNDEZ

29 de diciembre de 2009 12:00 AM

La muerte del docente Alberto Monsalve Mercado, atropellado por un vehículo en una zona de la Avenida Santander demarcada con paso de cebras, generó un nuevo debate sobre el irrespeto a las señales de tránsito por conductores y peatones. La discusión, iniciada en la Web de El Universal, debe trascender a otras instancias y conllevar a decisiones de fondo por parte de autoridades, para que no quede como la simple reacción de pesar que se repite cada vez que se pierde una vida en la vía. La esencia de la discusión no está en si las señales deben ser cebras, semáforos o puentes peatonales, sino en los pasos necesarios que deben dar Gobierno y comunidad para que su aceptación y respeto sea, como en toda sociedad civilizada, un acuerdo fundamental de convivencia y por consiguiente su transgresión se castigue de manera ejemplar. En Cartagena hemos avanzado en muestras de cultura ciudadana, pero falta mucho camino para alcanzar el respeto a los derechos individuales y colectivos que distinguen a ciudades organizadas. El reiterado incumplimiento de las normas de tránsito y la permisividad de autoridades y ciudadanía, es sólo un síntoma de la enfermedad que nos afecta y que nos corresponde seguir combatiendo, si realmente queremos evolucionar como comunidad. Deteniéndonos en las cebras, es un secreto a voces que no existen todas las necesarias, que su uso no está aún aprendido por peatones y que muchos conductores no sólo las ignoran, sino que parecieran entenderla como un mensaje de “aumente la velocidad”, convirtiéndolas en escenarios de confrontación salvaje, donde la peor parte la lleva el peatón. Los programas y campañas educativas se han enfocado a enseñar a los peatones a hacer buen uso de los pasos de cebra, para acabar con la anarquía de cruzar las calles por cualquier punto. Uno de los mayores aciertos en tal sentido, son las jornadas desarrolladas por los Vales del Almirante Padilla, pero no ha existido equilibrio con la formación a conductores, para que comprendan de una vez por todas que donde existan esas señales los transeúntes tienen prioridad y corresponde detener obligatoriamente la marcha de su vehículo. En las avenidas donde hay pasos de cebra suele ocurrir que grupos de personas se congreguen a esperar que disminuya un poco el tráfico, para salir en estampida en busca de la otra acera, esquivando inclusive a vehículos cuyos conductores profieren insultos por sentir que las personas obstaculizan su recorrido. En otros casos las rayas blancas en el pavimento son tomadas como zonas de estacionamiento y se hacen sobre ellas giros en “U”, prohibidos. El desconocimiento de esas señales obliga a la implementación de campañas formativas más agresivas en todos los escenarios posibles: familias, escuelas, empresas, medios de comunicación e inclusive carro a carro, para no seguir pasando la vergüenza ante propios y visitantes de ignorancia y salvajismo. Con los muertos y heridos que la ciudad ha aportado, es más que suficiente para aprender; no deberíamos esperar a que la muerte de un turista en la vía sea el detonante que nos obligue, con escarnio internacional, a respetar las cebras. Deseo a todos y todas muchos éxitos, felicidad y prosperidad en el nuevo año. *Trabajador Social y periodista, docente universitario, asesor en comunicaciones. germandanilo@hotmail.com

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