Columna


Cero y van dos

MIGUEL YANCES PEÑA

15 de marzo de 2010 12:00 AM

MIGUEL YANCES PEÑA

15 de marzo de 2010 12:00 AM

Este es el segundo referéndum que “tramposea” la clase política colombiana: el primero por cuenta de un censo electoral que incluía personas no habilitadas para votar; y este, de verdad-verdad, porque según la Corte, se alteraría el equilibrio de poderes, lo demás sirvió para adornar el fallo. Cómo si los magistrados fueran títeres de sus nominadores. En el cambio de la pregunta, por ejemplo, uno de los argumentos de la Corte, nadie puede dudar que la gente firmó un tercer mandato para el 2010, aunque la pregunta se prestara para interpretaciones. Además de la percepción, está refrendado en la fecha (para qué un referéndum que sólo aplicaría 4 años después) y en las encuestas de opinión. Si el argumento fue la pérdida de pesos y contrapesos, tampoco será posible llegar a un régimen parlamentario, donde no hay límite de tiempo para el primer ministro. Además, quienes hablan de dialogo con la guerrilla, que de antemano sabemos exige cambios constitucionales profundos, ¿cómo los harán? ¿Tendrá que ser por la armas o es que estos principios son coyunturales y cambiarán según la circunstancia? En todo caso nada es eterno ni inmutable: abortar la consulta fue un golpe a la democracia. Ahora, quien nomina un dignatario puede contar con su lealtad, si y sólo si pudiera prescindir de él en el momento en que lo desee, y ese no es el caso de ninguno de los poderes y organismos de control que conforman nuestra democracia. Por lo tanto, el control sobre los magistrados por parte del ejecutivo no existe. Se irrespetan a sí mismos quienes así piensan. ¿Por qué no, de haber sido votada afirmativamente la consulta, blindar la remota posibilidad de pérdida de autonomía? Hay formas más expeditas y solapadas de ganar un voto, que no tienen que ver con la posibilidad de que un presidente reelecto tenga maneras de influir en los fallos de las altas cortes. Y el mismo fallo demuestra, cómo, a pesar de 8 años de gobierno, la Corte mantuvo su autonomía. Ese fue uno de los aspectos positivos; otro, garantizar la gobernabilidad, que de repetir Uribe quedaba seriamente debilitada (no lo iban a dejar gobernar; y un tercero, permitir que surjan nuevos líderes. El aspecto negativo fue que sin poder demostrar que las firmas recolectadas fueran falsas, se hundió la posibilidad de realizar un referéndum de iniciativa popular. En resumen, aunque el pueblo quería prorrogar el mandato, no era conveniente permitirlo, y la Corte falló pragmáticamente. Así, los dos únicos intentos de recurrir al referéndum como instrumento constitucional de participación, fracasaron. Sus enemigos han sido los mimos políticos, demostrando así que esta es una democracia electorera, que dista mucho de ser deliberante. En el primero, muchos puntos se lograron aprobar una vez “negociados” en el Congreso, como el tema pensional y la muerte política. Hundido el segundo, sólo queda esperar, que “el pueblo en su sabiduría” sepa elegir un presidente a la altura de quien termina. Por lo pronto, todos, con algunos matices, se quieren parecer al líder que no querían por más rato. Puede ser una estrategia para conseguir votos, o la actitud genuina de quien reconoce meritos y desea continuar la obra. Vaya a saber. *Ing. Electrónico, MBA, pensionado Electricaribe myances@msn.com

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