La preocupación se tenía de tiempo atrás. El despilfarro y mal manejo de los ingresos fiscales generados por las regalías, provenientes del sector minero energético, se tradujo en clamor nacional por un cambio radical en tal estado de cosas. Sólo que surgía un interrogante explicable, expresado en términos coloquiales: ¿quién le pone el cascabel al gato? Todo indica que la nueva administración Santos está dispuesta a jugarse a fondo. Naturalmente, ahora, cuando el saldo en la chequera política es tan elevado. ¿Qué hay realmente en el trasfondo? Afloran varios componentes al diagnosticar la coyuntura que aparece en este asunto espinoso. De una parte, están en primer plano las experiencias negativas en los entes territoriales, en cuanto a la inversión de los ingresos económicos por regalías. Una mezcla de incapacidad administrativa y corrupción generalizada ocasionó que departamentos y municipios beneficiados con estas rentas no las hayan usado en forma correcta. Y no estamos hablando de unos pocos pesos. Sólo diez de los departamentos favorecidos con esta especie de lotería entre los años 2002 y 2008, recibieron trasferencias en cuantía global de 14.524 millones de pesos. Es una situación que urge un correctivo a fondo. Ahora cuando estamos frente a la perspectiva de un auge de la minería y la industria de hidrocarburos en el país, las cifras que se moverán alrededor de las regalías son de gran consideración. Para el presente año fiscal se pronostican recaudos superiores a 5 billones de pesos. Ante este horizonte previsible, afloran diversas inquietudes. ¿Es equitativo que apenas un puñado de entes territoriales reciba estas participaciones fiscales, siendo así que la riqueza del subsuelo es de todos los colombianos? ¿Dadas las dificultades en el erario nacional, se justificaría que el superávit por regalías sirviera para amortiguar las carencias serias de las finanzas públicas nacionales, en vez de promoverse una reforma tributaria para incrementar la carga impositiva a los ciudadanos? La reforma anunciada al régimen vigente de regalías contemplaría que en el futuro la piñata de distribución de esta renta se sustituiría por asignaciones a cargo del Gobierno Nacional, equivalentes al 80% de los mayores ingresos esperados. Así sería posible financiar el Fondo de Compensación Regional. Es una reingeniería que no será fácil y que pondrá a prueba el respaldo de las mayorías gobiernistas en el Congreso. Además del Fondo de Compensación Regional, como un mecanismo idóneo para la nivelación del desarrollo periférico con el progreso del centro del país, el incremento de las regalías se acompasará con la llamada regla fiscal. Esto implicará que adicionalmente a la destinación de un 10% de los referidos ingresos fiscales para ciencia y tecnología, los entes territoriales quedarían obligados a ahorrar parte de las mayores trasferencias por regalías que llegaren a recibir. Todas son iniciativas que persiguen sacarle el provecho máximo a un auge fiscal resultante de la prosperidad previsible del sector minero y energético. *Abogado Consultor en Minas e Hidrocarburos. marcan2@etb.net.co
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