Columna


Coaliciones programáticas

MAURICIO CABRERA GALVIS

04 de octubre de 2009 12:00 AM

MAURICIO CABRERA GALVIS

04 de octubre de 2009 12:00 AM

Una vez elegidos Rafael Pardo y Gustavo Petro como candidatos presidenciales del Partido Liberal y del Polo Democrático, siguen las coaliciones interpartidistas para escoger candidatos únicos del uribismo y de las fuerzas progresistas, que se enfrentarán en las elecciones de mayo de 2010. Ya empezaron los primeros contactos, pronunciamientos e inclusive descalificaciones. La necesidad de las coaliciones es evidente. Las encuestas muestran que si Uribe no es candidato (único escenario posible si no se quiere violar la Constitución y acabar con las instituciones democráticas), no hay otro que gane por sí solo. En el caso extremo la coalición se tendrá que hacer a la fuerza después de la primera vuelta, porque sólo dos candidatos pasarán a la segunda, pero sería mejor hacerlo antes para debatir y acordar programas comunes. Hay muchos nombres en la contienda. Los candidatos conservadores elegirán entre Noemí y Marta Lucía, Santos y Arias, y en la orilla opuesta, entre Pardo, Petro, uno de los tres tenores y eventualmente Sergio Fajardo, si quiere llegar a la segunda vuelta. La peor parte la lleva Vargas Lleras. En el campo conservador, al que pertenece por convicciones ideológicas, no lo quieren porque lo ven como un traidor que abandonó al máximo líder conservador, Uribe. Y aunque quiere estar en el campo progresista, él mismo ha dicho tener poco en común con las ideas y programas socialdemócratas. Lo que está en juego en las próximas elecciones va mucho más allá de la persona del Presidente, es el modelo de sociedad que se quiere construir. Uribe mismo ha dicho que lo importante es reelegir sus políticas de seguridad democrática, confianza inversionista y cohesión social. Frente a este objetivo político de las fuerzas conservadoras del país, la coalición progresista tiene la tarea urgente de llegar al poder para cambiar el rumbo dado al país por el neoconservatismo de los últimos gobiernos y empezar a construir una sociedad equitativa, segura e incluyente, en la que haya mucha más seguridad, sobre todo en las ciudades, pero con democracia y respeto de la ley. Una sociedad donde la confianza de los inversionistas no se construya con regalos a los ricos a expensas de los trabajadores y los campesinos, sino donde los frutos del crecimiento se repartan entre todos. Y donde la cohesión social no se construya sobre la endeble base de las migajas repartidas por el mandatario sino sobre la garantía de los derechos económicos y sociales de toda la población y la protección de los más pobres. El Partido Liberal lleva doce años fuera de la dirección general del Estado y el Polo Democrático solo ha manejado algunas alcaldías y gobernaciones que no definen las políticas del país. El reto de estos partidos, si quieren ser progresistas, es aliarse para llegar al poder, no para la repartija burocrática, sino para volver a poner al Estado al servicio del bienestar del pueblo, virando las políticas económicas conservadoras de los tres últimos períodos presidenciales, para que la equidad oriente las políticas públicas. Las coaliciones entre partidos, si quieren ser exitosas y duraderas, no pueden definirse en contra de alguien, sino que deben ser propositivas y construidas sobre acuerdos programáticos. mcabrera@cabreraybedoya.com

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