Columna


Cómo cambian las cosas

RODOLFO DE LA VEGA

31 de julio de 2010 12:00 AM

RODOLFO DE LA VEGA

31 de julio de 2010 12:00 AM

La actitud desafiante de la comunidad LGTBI ha obligado a muchos gobiernos a variar su tradicional actitud desdeñosa hacia los homosexuales, lesbianas, bisexuales, etc. El primer paso valeroso fue salir del closet, lo que no debe ser nada fácil. Ahora, asociados y organizados, reclaman, no tolerancia, sino respeto. En casi todas los países de influencia occidental, han encontrado apoyo y comprensión en sus aspiraciones. Ya es un hecho que las parejas de homosexuales tienen los mismos derechos que las heterosexuales en cuanto a salud y herencia. En algunos países se oponen a la adopción de niños, pero en otros, las medidas igualitarias son totales. Hace poco en la Argentina se aprobó el matrimonio entre individuos del mismo sexo, con todos sus derechos. Ya se habla de una lista enorme de gays y lesbianas que piensan ir a contraer matrimonio en la nación austral y, de paso, disfrutar allí su luna de miel. Mientras esto ocurre en occidente, en otras partes del globo, de gobiernos calcados en el Corán, la homosexualidad es delito, hasta el extremo de que la castigan con pena de muerte. Se censura a la Iglesia Católica y a otros credos cristianos porque se oponen a los matrimonios entre individuos de un mismo sexo y a la adopción de niños. Pero es que la condena la encontramos en las Sagradas Escrituras. En el Génesis, capítulo 19 se nos ilustra de cómo Yavé decidió borrar con fuego a la ciudad de Sodoma, cuya aberración principal consistía en la tendencia a aparearse individuos del mismo sexo. El calificativo de sodomita es sinónimo de homosexual. En Reyes 14, refiriéndose al rey Roboam dice: “El pueblo de Judá se portó muy mal con Yavé; lo ofendieron mucho más que sus padres (…;). Incluso hubo hombres afeminados que renovaron todas las abominaciones de las gentes que Yavé había expulsado de Israel.” Refiriéndose al rey Asá dice: “Asá siguió los ejemplos de David portándose correctamente a los ojos de Yavé. Expulsó del país a todos los afeminados (…;)” Aquí en Colombia la comunidad gay fue atendida por comandantes de la Policía Nacional que han dado instrucciones de respetar los derechos humanos a las comunidades LGTBI. Hace unos 65 años hubo un comandante, de la Policía Departamental que aborrecía a los homosexuales e impartió órdenes de hacer una batida. Los policías se presentaron con varios detenidos al cuartel de Santa Teresa. El comandante preguntó al primero que llegó: A usted, ¿por qué lo han traído? El aludido respondió: “Dizque porque semos maricas”. El comandante le corrigió. “semos no, somos”. El gay le replicó. “Ay, yo no sabía que usted también era”. En un delicioso libro Adlay Stevenson, nos cuenta pormenores de los viejos prostíbulos de Barranquilla. A una de esas casas llegó Ismael y se prendó de una hermosa hembra a la que le gastó whisky y toda clase de atenciones, la acarició, la besó y, finalmente, a la hora de la verdad, resultó ser un travesti, por lo que se formó un “arroz con mango”. Trabajaba ahí, como mesero, un homosexual apodado “Chepa” a quien Ismael le reclamó por no haberle advertido del engaño. Chepa le dijo: “Pero si varias veces te dije: ¿Por qué si vas para el Prado coges el bus de Las Delicias?” Ismael emputado le contestó: “yo que carajos iba a entender esa jerigonza”. *Asesor Portuario fhurtado@sprc.com.co

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