Columna


Confieso mi voto

CLAUDIA AYOLA ESCALLÓN

27 de mayo de 2010 12:00 AM

CLAUDIA AYOLA ESCALLÓN

27 de mayo de 2010 12:00 AM

Ser costeño en la capital es tener que resistir a los cachacos imitar el acento de manera divertida cada vez que uno dice “Ajá y qué más”. Yo sabía que lo hacían por ser amigables, pero fue algo que siempre detesté. Nunca fui capaz de confesarlo y me sentí en un lugar ajeno hasta que Mockus llegó a la alcaldía a decirnos a todos los habitantes de Bogotá que no importaba si éramos nacidos allí o vivíamos temporalmente en la capital, Bogotá era de todos y todos debíamos contribuir con su desarrollo. Regresé a Cartagena y poco a poco la capital dejó de ser mi territorio. El frío me da calambres, me aturden los trancones y aún no entiendo por qué los taxistas no hablan con uno. Sin embargo, el domingo pasado preferí viajar a Bogotá y acompañar a Antanas Mockus en su cierre de campaña en la Plaza de Bolívar. Me bajé de un taxi y me uní a la primera marcha que encontré, segundos después comenzó la lluvia. En una intersección nos encontramos con dos marchas más y en medio de un diluvio helado, sólo se escuchaba “Llueva o truene, la marcha se mantiene”. Caminé con gente que no conocía en una ciudad que me resulta extraña, muerta del frío, pero con la emoción de ver el ánimo implacable de mis compañeros verdes. La Plaza de Bolívar se llenó con miles de personas de todas las edades, algunos en patines, mascotas con camisetas del partido, familias enteras bajo la lluvia esperando saludar a su candidato. Llegaba gente de los municipios de Cundinamarca y de las distintas localidades de Bogotá. Yo quería decir que yo había llegado desde Cartagena, que a los costeños no nos gusta esa lluvia fría, pero que estaba allí. En parte, lo confieso, escapé del show que montó la campaña de Juan Manuel Santos en mi ciudad. No quería ver cómo se trataba de convencer a la gente con la música de Joe Arroyo, como esperando que el pueblo diga “qué candidato tan bueno, ese Santos, se manda concierto porque es un bacán”. Desconozco las razones que tuvo la campaña para considerar a Cartagena como escenario del cierre, espero que no sea porque el candidato aprendió a bailar en las playas de Marbella. Pero lo que sí sé es que deseo exhortar a los cartageneros a denunciar cualquier acto de corrupción electoral. No podemos seguir permitiendo que se nos peguen como sanguijuelas en la yugular mientras nos morimos de hambre. Aunque mi voto es por Mockus, respeto la decisión de aquellos que apoyarán en las urnas a otros candidatos. Yo votaré por mi candidato porque quiero un presidente que no me avergüence por estar vinculado a acciones corruptas. Acciones, que a mi modo de ver, pueden costarnos más sangre y lágrimas a los colombianos. Espero que Cartagena no elija al candidato que más champeta y vallenato suene en la tarima, sino a aquel o aquella que muestre rectitud, compromiso y sobre todo, mucha honestidad. Que demostremos que estamos cansados de políticos que nos prometen canciones de amor en la plaza pública y luego nos sepultan en tumbas de desolación y odio. *Psicóloga claudiaayola@hotmail.com

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