Columna


Constitución y "cirugías"

DANIEL MERA VILLAMIZAR

26 de julio de 2009 12:00 AM

DANIEL MERA VILLAMIZAR

26 de julio de 2009 12:00 AM

Los 18 años de la Constitución mostraron que persiste cierta incoherencia entre sus guardianes más caracterizados. “Probar” tal incoherencia y avanzar un antídoto mejorará nuestro desempeño. El año pasado la defensa más romántica de la Carta provino de un partido que, por esos días, estaba a favor de convocar una asamblea constituyente. También se quería “graduar” a la derecha de “enemiga” de la Constitución, cuando lo que conviene es que ésta sea defendida por la izquierda y la derecha. No fue Uribe el que dijo que la Carta del 91 no permitía gobernar y presentó una “contrarreforma” con 48 artículos, sino el presidente más afín a la izquierda en los últimos 24 años, aupado por un ex presidente liberal progresista. Esa contrarreforma quiso eliminar el “control material” de la Corte Constitucional y la duración definida de los estados de excepción, para dejar a discreción del Presidente la suspensión de la Carta. ¡Qué tal que a la derecha se le ocurriera lo mismo! Este año, además del rechazo pertinente de la segunda reelección, por su impacto en el equilibrio de pesos y contrapesos, predominó el ánimo de deslegitimar las reformas hechas a la Constitución. Augusto Ramírez Ocampo tuvo un cuidado que no observaron los demás: “Algunas de las reformas han sido necesarias y útiles, otras no merecen estar en la Carta Fundamental, y otras definitivamente van en contravía de las intenciones del constituyente”. La declaración conjunta de los constituyentes reunidos, por ejemplo, no rescata una sola de las reformas. Esta posición política es incoherente con la defensa de la Carta porque termina deslegitimando el reformismo, que es la forma de adaptarse a las nuevas realidades y perdurar. Una Constitución intocable o pétrea no lograría relacionarse con los cambios de la sociedad ni aprender de ellos. La reforma política recurrente, que explica un buen número de “cirugías”, más que “desmejorar a la joven de 18 años”, lo que ha buscado es un sistema de partidos razonable. El restablecimiento de las suplencias en el Congreso la desmejoró (y resolvió un problema), en 1993, en plena euforia posconstituyente, pero la reforma de 2003 la mejoró mucho. Las “cirugías” repetidas a la fórmula de distribución de las transferencias, que no debería estar en la Constitución, más que como un ataque a la descentralización en tres gobiernos distintos, puede verse como un asunto de responsabilidad fiscal. “Otras reformas no merecen estar en la Carta”, ¡como tampoco algunas disposiciones que datan de 1991! Entre las “cirugías” que “van en contravía de las intenciones del constituyente” hay variedad: restablecer la extradición no estuvo mal, por ejemplo. Acoger sosegadamente el reformismo ayudará a la larga vida de la Carta del 91. Reelección aparte, con la tensión de muchos constituyentes y guardianes, les daría un soponcio si llega una “reforma de 1910”. Hay que recibir sentados las reformas, y de pie las contrarreformas, y no hay que estar de pie todo el tiempo. daniel.mera@gmail.com

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