No nos llamemos a engaños: Uribe acaba de demostrar en la Cumbre del Grupo de Río que tiene los pantalones bien puestos al espetarle a Chávez, en su propia cara: “Sea varón y quédese a discutir de frente”. La expresión coloquial del mandatario de estirpe paisa, criado con frijol, chicharrón y arepa simple, me lleva irremediablemente al pasado reciente de mi vida en Cartagena de Indias, puntal del Caribe colombiano. Allí las peleas entre muchachos veleidosos comienzan, precisamente, con una frase similar. En el Corralito de Piedra, quien inicia una pelea dice a su contrincante ocasional: “¿Qué es lo que es, mi vale?”, palabras que, acompañadas de pecho erguido y brazos en posición defensiva, son el detonante de las riñas más acaloradas en calles, colegios o parques. Otros muchachos lanzan piedras o escupen el rostro del oponente. Por fortuna, el caso Uribe-Chávez no llegó a esos extremos vergonzosos. Pero aquellas son “cosas de pelaos”, hechos distintos en relevancia al suceso protagonizado por los mandatarios de dos naciones hermanas; pueblos unidos por lazos indisolubles de sangre y dolor. El que Uribe y Chávez hayan llegado casi a la agresión física es muestra fehaciente de cuán deterioradas están las relaciones entre ambos países. La expresión del mandatario colombiano es tanto como haber dicho a su homólogo “bolivariano” que le falta hombría. Así lo creo después de analizar el complemento de la primera frase: “¡A veces usted insulta en la distancia, pero cuando estamos cara a cara no hablamos!” En castellano del Caribe popular le dijo al Coronel, nada más y nada menos, que está acostumbrado a hablar de la gente a sus espaldas por falta de gallardía. En la Cartagena, de callejones y callecitas estrechas, de gente que grita para hablar –o mejor: de gente que habla “gritao”-, la frasecilla pintoresca puede tener una connotación de índole sexual. ¿“Sea varón” podría ser el eufemismo de “No sea marica”? Eso sólo lo sabe el mismo Uribe. De cualquier modo, lo sucedido en la paradisíaca Cancún dejó mal parado al presidente Chávez. Primero fue el rey de España, quien le dijo en Chile: “¿Por qué no te callas?” Ahora Uribe lo ridiculiza delante de sus similares del Grupo de Río. ¿Quién sigue en lista? ¿Podemos esperar más frases como las expresadas por Juan Carlos I y Álvaro Uribe Vélez? Siendo ecuánimes, existe una probabilidad alta de que vuelva a ocurrir. Las locuciones lapidarias del monarca ibérico y del jefe de Estado colombiano parecen recoger el sentir de millones de personas hastiadas de las locuras y barrabasadas de Hugo Chávez. Sitios como Facebook y Twitter han estado a punto de colapsar por la cantidad de mensajes de cibernautas del planeta desaprobando la política interna, con aristas hacia el exterior, del presidente venezolano. La suerte del que suele compararse con el Libertador Bolívar está echada: pocos lo quieren. Y peor aún: cada día crece más el número de personas que apoyaron su causa, que hoy están en otras orillas; algunos de éstos, asilados en Estados Unidos, quizá el país que más odia al Coronel deshonrado en su hombría. dacaspe@gmail.com *Rotaremos este espacio entre distintos columnistas para dar cabida a una mayor variedad de opiniones.
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