Columna


Cumbre climática: ni silencio ni suicidio

RAFAEL VERGARA NAVARRO

06 de diciembre de 2009 12:00 AM

RAFAEL VERGARA NAVARRO

06 de diciembre de 2009 12:00 AM

En los próximos días, en Copenhague, Dinamarca, la humanidad expectante asiste a la Cumbre Climática que definirá si se detiene o no el incremento de la temperatura del planeta, suicidándonos como especie, o las grandes potencias y las emergentes se comprometen efectivamente a disminuir para el 2020 y años posteriores, la emisión de gases de efecto invernadero y la deforestación creciente, causantes de la tragedia anunciada y soportada. La multiplicación de los fenómenos naturales con su carga catastrófica que no distingue entre países ricos y pobres, es, científicamente, el resultado de la superación del límite de 350 PPM de CO2 (partes por millón), consecuencia de este modelo de sociedad sorda que aumenta la población, y vive y produce, basada en el uso de los combustibles fósiles. El derroche de energía, el despilfarro y desprecio en la producción de gases principalmente en EEUU y China, que no suscribieron el protocolo de Kioto, la ignorancia de gobiernos e industrias de la existencia de un punto de no retorno, generó el aumento de la temperatura y del nivel medio del mar (ANMM), incrementando el riesgo a naciones y poblaciones en islas o en la zona costera de mundo. El descongelamiento de los polos, Groenlandia y los glaciares, incluidos nuestros nevados, el impacto con el aumento de 2 PPM de CO2 por año, incrementará más la amenaza en las islas y costas de El Caribe y El Pacífico con su carga de tragedia comprobada en los estudios del Ideam y el Invemar en Cartagena, San Andrés, Santa Marta, Gorgona, etc. El presidente de Islas Maldivas, Mohammend Nasheed, consciente de la espada de Damocles sobre su Nación, llamó a un pacto de supervivencia para que, como sociedades afectadas por el exceso de otros, fortalezcamos la voz exigiendo el cumplimiento de los compromisos, vinculantes para todos, y la obligación de garantizar un flujo de recursos que posibilite inversión en prevención, cultura ciudadana, freno a la deforestación y transferencia tecnológica, entre otras, para sustituir fuentes energéticas y articular sistemas de transporte masivo, desestimulando el vehículo particular. Colombia con islas, una amplia zona costera, parte del Amazonas, pulmón del planeta, y una rica biodiversidad amenazada como nuestros páramos, tiene, sin dilación, que sumarse a ese pacto pues, como dijera Nasheed, no podemos morir en el silencio o hablando en voz baja frente al aumento de la temperatura. La amenaza disminuirá solo si se reducen las emisiones en un 40% para 2020, tomando como parámetro las de 1990. No queremos un pacto de suicidio colectivo que acepte tasas altas de emisión, porque nos van a comprar bonos de carbono o financiarán la producción de biocombustibles sacrificando la producción de alimentos. ¡No!, la posición no puede ser la de condescender con los contaminadores, sino solidaria con las naciones vulnerables. Hablemos con talante soberano protector de los recursos, la gente y su ambiente frente a quienes, además, nos imponen deforestar 100.000 hectáreas por año. Deforestar también produce gases de efecto invernadero. Ya rondamos las 387 PPM y si continuamos al mismo ritmo, en el 2050, con 465 PPM, nos ahogaremos o calcinaremos. *Abogado ambientalista y comunicador. rvergaran@yahoo.com

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