Columna


De bombillos y focos

LIDIA CORCIONE CRESCINI

12 de enero de 2010 12:00 AM

LIDIA CORCIONE CRESCINI

12 de enero de 2010 12:00 AM

A Giro sin tornillos, el de la tira cómica de los paquitos, se le iluminaba el bombillo y le venían unas ideas brillantes. De allí se desprende que las cosas funcionen mejor en Cartagena para darle una solución pronta a los “focos” localizados que anulan el progreso de esta ciudad turística (Centro, Manga, Bocagrande, El Laguito y Castillogrande) para el turista, y la hacen caótica para sus residentes. Por donde transito escucho la frase: “todos los años la misma vaina en las épocas de temporada y no se ven los cambios”. La idiosincrasia de nuestra cultura permite que se nos vayan las luces y la romería, tumultos y obstrucciones en el camino dan la impresión de ratificar aún más el espíritu de cheveridad con que se manejan las cosas. ¿Qué más da aguantarse los ventorrillos callejeros, los cuidanderos de carros, los espacios públicos invadidos, los abusos de los taxistas, los sparring con su voz de corneta desafinada, las busetas empacadas al vacío, etc.? ¿Es qué acaso todo eso es parte de nuestra imagen costeña? ¿¡Chévere, legal, bacana!? La zona turística se llena de luces porque todo brilla con luz propia, pero una vez terminado el acto eufórico donde el beneficio es para unos pocos, llega la ceguera, ceguera que afecta primordialmente a los de planta, ya que las tasas, las alzas y todo lo que encierra pagar impuestos no llegan a veces a sus respectivos puestos y la situación se agrava. No perder las esperanzas, es lo más acertado en estos momentos, pero me recuerdo a mí misma que en este caso que la esperanza mía no depende de Dios, depende de los hombres del común, y para ello es mejor concretar y materializar, que estar colgando para ver si las cosas, dependiendo del cristiano que lleva la sotana, hace pacto con Dios o con el diablo para sacar adelante a su gente (antes que nada a los que conviven con la pobreza absoluta). No puedo afirmar rotundamente que nuestra alcaldesa no haya hecho cosas que muestran progreso, todo lo contrario, su “intención” (ejecutada en algunos aspectos) muestra algunas mejoras, pero el 80%, con margen de error en 5%, está sin ejecutar: civismo, educación, vivienda, salud, espacio público y por ende, desocupación y pobreza. Con sus impuestos recaudados, Cartagena sí puede florecer, eso sí, sin sembrar semillas esparcidas sino zonificadas, abonadas y regadas para verlas iluminar (un poquito de esto, otro poquito de aquello). Las minucias no se distinguen cuando las necesidades son de toda índole, y si bien es cierto que sí se ha hecho, se debe tomar cada situación problema e irla concluyendo una a una, de lo contrario por mucho y más que se haga, no se verán los resultados. Sabemos que la tortuga le sacó ventaja a la libre mientras ésta descansaba y se sobaba la barriga debajo de un árbol. Estoy plenamente convencida -y ojalá no me equivoque- de que querer es poder y nuestra Alcaldesa, en su buen juicio, como persona inteligente y ecuánime, en defensa de nuestra ciudad y como nos lo planteaba en sus columnas en El Universal, luche por el progreso y ejecute su inconformismo por los desfases e incongruencias del sistema. Las culebras hay que matarlas por la cabeza, de lo contrario los problemas se convierten en alivio de pañitos húmedos. Todos queremos, todos podemos. *Abogada, escritora y docente en Filosofía CBC.

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