Columna


Debate ineludible

JOSÉ FÉLIX LAFAURIE RIVERA

21 de febrero de 2010 12:00 AM

JOSÉ FÉLIX LAFAURIE RIVERA

21 de febrero de 2010 12:00 AM

Se recrudeció la criminalidad. Alimentada desde diversos frentes, partiendo del que no se ha podido extirpar, del que rebrota y de la delincuencia común, su crudeza nos retrotrae a la época en donde el asesinato, el secuestro, y la extorsión, eran la regla en nuestros campos. 42 ganaderos asesinados en Córdoba en lo corrido del año, es una señal muy grave de lo que ocurre, sin que se nos olvide el asesinato brutal del Gobernador del Caquetá. Temía que si la sociedad colombiana no llenaba, económica, social e institucionalmente los espacios que abrían, primero con los procesos de paz con los grupos al margen de la ley, y luego con las operaciones militares exitosas, aparecerían grupos delincuenciales anárquicos en todo el país. Ocurrió en otros países, y no tardaron en aparecer aquí las “águilas” y otras bandas criminales (“Bacrim”). Mucha sangre de colombianos se derramó al surgir las Farc, el paramilitarismo y el narcotráfico; corrió mucha sangre de nuestros militares corrió para abatirlas, y también mucha de colombianos de bien está quedando en los campos por esta delincuencia. Creo en recuperar nuestros campos. Desde hace muchos años, cuando me aproximé a la política con Álvaro Gómez e inicié mis primeros garabatos editoriales, sostengo que necesitamos crear condiciones para capitalizar el campo. Posteriormente, y con motivo del Congreso Ganadero de 2004, propuse estrategias para una desmovilización exitosa, convencido de que es necesario “ganar el campo”. Luego tuve una visión más amplia sobre el sector rural desde el posconflicto, explorando su potencialidad para jalonar el desarrollo económico del país, el papel que juega en la economía mundial y en el proceso de pacificación del país, junto con otros tópicos de gran interés, incluidos los biocombustibles. No es vanidad, pero hoy como ayer, el campo es el escenario de la confrontación de la criminalidad, y hoy como ayer, la sociedad colombiana no ha repensado el sector rural ante esos problemas tradicionales, y menos frente a los retos del siglo XXI. Los del sector rural seguimos mendigando soluciones, luchando por el territorio contra narcotraficantes, contra una insurgencia que no se sacia. Sentimos el gran abismo que crean las chequeras abultadas de los países ricos, que subsidian sus actividades productivas rurales, y percibimos -a nuestro pesar- que el Gobierno también nos dejó al garete. También hay que revisar nuestras bases jurídicas para combatir el crimen. Hay que revisar el Código de Procedimiento Penal y el Sistema Penal Acusatorio oral. No entendemos por qué un Juez libera a miembros de bandas delincuenciales sin mayor reparo. Eso es una señal negativa para la sociedad, una pérdida de esfuerzos, de recursos, y desmoraliza a la Fuerza Pública en su lucha contra la delincuencia. Pero además, las condiciones de crédito, el fomento, etc., van en dirección contraria al giro del mundo. La sociedad colombiana no puede eludir este debate. Hablamos, ni más ni menos, del futuro del campo, de la culminación de los procesos de paz, de la introducción de elementos de equidad, de una mejor inserción de Colombia en la economía mundial, y por supuesto, del futuro de las nuevas generaciones. *Presidente ejecutivo de Fedegán jflafaurie@yahoo.com

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