Columna


Defiendo a la Iglesia

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

11 de julio de 2010 12:00 AM

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

11 de julio de 2010 12:00 AM

En referencia al Editorial titulado: “Pecado y Tolerancia en la Iglesia Católica” y a los comentarios de otros medios, comparto algunos de sus apartes pero otros, los considero parciales e injustos. Estoy de acuerdo con que el problema de la pedofilia es espantoso, que debe haber cero tolerancia frente a éste y que la defensa de los niños es lo más importante por lo que debemos trabajar. También estoy de acuerdo en que, aunque si se analizan las estadísticas mundiales, sólo un porcentaje mínimo es cometido por sacerdotes en relación al de otros miembros de la sociedad. Cuando es cometido por ellos, tiene mayor gravedad por provenir de su alta investidura, por su gran responsabilidad frente a Dios y a los hombres y porque su misión es exactamente la contraria: la de promover la ética, la moral, las buenas costumbres, orientadas por la fe, la esperanza y el amor en Jesucristo, como cabeza, modelo y maestro. No estoy de acuerdo con que se generalice, se desvirtúe y se manipule todo mensaje que proviene de la Iglesia y del Santo Padre, como referido a este tema. Las informaciones se dan incompletas, se sacan de contexto. Por ejemplo, en el caso del sacerdote de Houston que había sido exonerado por la justicia americana por no tener pruebas suficientes; en realidad, se le había apartado de su trabajo sacerdotal y se le seguía un juicio eclesiástico que se suspendió a pocos días de su muerte, por un cáncer terminal. La Iglesia ha venido realizando un trabajo mundial muy importante en muchos ámbitos, ha contribuido a la conversión de millones de personas, a través de millones de sacerdotes que nada han tenido que ver con ese problema. Esos sacerdotes han entregado su vida entera al servicio del Reino de Dios, a lo mejor, superando flaquezas o debilidades personales de otro orden, como cualquier ser humano, pero luchando por su santidad y la de sus seguidores, muchos entregando hasta la última gota de sus energías y hasta de su sangre. No es correcto pensar que si el Papa invita a los fieles a amar a los sacerdotes aunque no sean perfectos, lo que estaría buscando es el encubrimiento de los abusos. En realidad, lo que hace poco el Papa expresó es una decidida tolerancia cero al problema, al igual que existe un compromiso mundial de todos los prelados y personas de fe de ser vigilantes para que este problema se erradique y se castigue a los culpables. Es lo mismo que sucede cuando demeritamos a las Fuerzas Militares porque algunos de sus miembros hayan actuado contra la ley y por avaricia y maldad hayan caído en los llamados “falsos positivos”. Todos sabemos que nuestras Fuerzas Militares se guían por los principios altos de integridad, amor a Dios y a la Patria y que los casos de unos integrantes no pueden ser generalizados, aunque, si son reales, tampoco deben quedar impunes, sino castigados de modo ejemplar. Tenemos que buscar soluciones de fondo a los problemas que afectan a nuestros niños y jóvenes, que desafortunadamente son mucho más graves de lo que creemos. Cuando trabajé en Bienestar Familiar me aterraba cómo, en algunos casos, estaban involucrados hasta padres, padrastros u otros familiares. Es aterrador cómo se promueve la pornografía y el bajo contenido ético y moral en muchos programas radiales, televisivos, medios escritos e internet, que acompañados por la inestabilidad y desatención en el hogar y la vida distante de la fe y del amor, exponen a nuestros niños a un mundo de esclavitud por el pecado. Trabajemos en unión con nuestra Iglesia por defender la dignidad humana, la familia, la vida, la sexualidad ordenada al amor de los esposos, las virtudes y los valores. Promovamos las buenas costumbres y la decencia. *Economista, orientadora familiar y coach personal y empresarial. judithdepaniza@yahoo.com

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