Columna


Desigualdad y corrupción

MIGUEL YANCES PEÑA

09 de agosto de 2010 12:00 AM

MIGUEL YANCES PEÑA

09 de agosto de 2010 12:00 AM

Es torpe tratar de exigirle a los columnistas objetividad y racionalidad; algunos están condicionados por sus propios intereses, cuando no por su sistema hormonal (espero no ser uno de ellos). De ahí que pocos puedan reflejar en sus comentarios la realidad, y lograr sinergia con sus lectores. Lo demuestra el hecho que el país haya respaldado en forma mayoritaria, la gestión de Álvaro Uribe al elegir a Santos, cuando el grueso de los llamados formadores de opinión y redactores políticos estaban con Mockus. El balance que hacen algunos de estos individuos -los menos radicales- de la obra de gobierno, es que logró pacificar el país, pero lo acusan de ser uno de los gobiernos más corruptos, y de haber incrementado la desigualdad social en el país. No recuerdo gobierno que haya hecho más por reducir la corrupción. Para empezar por lo más contundente, recordemos las propuestas del referéndum que la clase política enquistada en las tres ramas del poder público se encargó de hundir, pero que luego, en muchos de sus puntos, pudo ser aprobado en el Congreso y convertir en norma constitucional. Entre ellos el tope a las pensiones (25 SMLV, 12.5 millones de pesos y trece mesadas al año) que pretendía ser de aplicación inmediata, pero que solo entró en vigencia el 31 del mes pasado. Además, la muerte política a los corruptos; las adjudicaciones en audiencias públicas; el régimen de veedurías; las bajastas y subastas para adjudicar obras y concesiones; la reestructuración –para acabar con la politiquería- de más de 400 entidades públicas; el impulso a la Internet y la obligación de publicar en ella, desde los aspirantes a ocupar cargos públicos para que sean escrutados previo a su nombramiento, hasta las compras y proyectos a realizar durante el año; la meritocracia; el fin de los auxilios parlamentarios, y con ello la de los barones regionales. Y en lo político, entre muchas más, el destape de la Caja de Pandora en que se ha convertido el poder judicial, pero que no pudo reformar. Sólo que los afectados de alguna manera tienen que vengarse, y contraatacan. No obstante, una característica especial, es que cuando la corrupción no se denuncia, suele ser mayor. Por eso hacer visible los actos de gobierno, es una eficaz forma de reducirla. Respecto a la desigualdad (índice gini), esta no se puede mirar en abstracto. Primero que todo hay que medirla periódicamente para comparar el “antes” con el “hoy”, y con la de otros países: igual que todo. La medición mas reciente que encontré en la Web, data del 2006, y estamos por encima de Brasil, país admirado por algunos de los críticos del gobierno que termina. Y segundo, hay que mirarla junto con el PIB per cápita, porque una cosa es ser todos igualmente pobres (igualdad total, como en Cuba) y otra tener una gama de pobres y ricos que permita y estimule la división del trabajo y el progreso. En este sentido es mejor medir la pobreza (que se redujo ostensiblemente), porque no hay un indicador que combine el gini con el PIB per cápita. Sin embargo al medir la pobreza con fines de compararla con otros países, hay que tener cuidado, porque el tipo de cambio a dólar, el costo de vida, y los diferentes tipos de subsidios que otorgan los gobiernos la distorsionan. *Ing. Electrónico, MBA, pensionado Electricaribe myances@msn.com

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