Columna


Después de siglo y medio

AURELIO MARTÍNEZ CANABAL

07 de octubre de 2009 12:00 AM

AURELIO MARTÍNEZ CANABAL

07 de octubre de 2009 12:00 AM

Soy de quienes seguimos creyendo en la conveniencia de mantener las agrupaciones políticas tradicionales, como soporte insustituible del andamiaje republicano. Basta un repaso somero de nuestra historia, para confirmar el influjo positivo que han tenido el conservatismo y el liberalismo en nuestro acontecer democrático. No obstante la confrontación ideológica, que en tantas ocasiones ha generado conflictos internos agudos, nuestras dos colectividades han hecho aportes significativos a la estabilidad institucional del país. Hace ciento setenta años, en días como los que corren, don José Eusebio Caro y don Mariano Ospina Rodríguez, quienes habían dado a la circulación el periódico “La Civilización”, publicaron el Programa Conservador. Constituía una réplica al Programa Liberal, dado a conocer poco tiempo antes por el dirigente Ezequiel Rojas. Así se le dio vida o se le concedió partida de bautismo a una agrupación partidista, que ciertamente recogía principios y propuestas propugnadas en su momento por el Libertador Bolívar. Frente al sesgo contestatario del ideólogo Rojas, en el Programa Conservador se consignaron postulados que propugnaban por la libertad dentro del orden, por la vigencia del credo católico y por el mantenimiento de unos valores que aseguraran la continuidad de la democracia representativa, sin veleidades que afectaran la unidad nacional. Siglo y medio después de ser divulgado el Programa Conservador, muchas de las tesis y criterios de los señores Caro y Ospina pueden aparecer contrapuestos con las corrientes del pensamiento de derecha. Lo meritorio de este documento es que constituyó una hoja de ruta para un sector amplio de la opinión pública colombiana, que siempre ha recelado del riesgo de las formulaciones izquierdizantes. El orden, como expresión de la autoridad, ajustada por el quehacer democrático, ha sido norte predominante en el Partido Conservador. En épocas recientes, el conservatismo ha acentuado su preocupación por el componente social. Son incontables las políticas públicas que ha propiciado a favor de los menos favorecidos por la fortuna y no son pocas las instituciones creadas durante gobiernos conservadores, que han contribuido a elevar la calidad de vida de los colombianos. Igualmente ha asumido la defensa de la institucionalidad democrática ante eventuales desvíos autoritarios. Escribía en 1790 Edmond Burke, en sus “Reflexiones sobre la Revolución Francesa”: “Así, aplicando el método de la naturaleza a la conducta del Estado, en lo que mejoramos nunca somos completamente nuevos, y en lo que retenemos nunca somos completamente caducos”. Son apreciaciones sabias que perduran y que marcan un derrotero conceptual que mantiene su razón de ser. El equilibrio entre la aplicación rigurosa de la ley y el respeto por las libertades ciudadanas, nutre la ideología del conservatismo colombiano. En una coyuntura donde no son pocas las invitaciones a subvertir la escala de valores, fundamento de nuestra civilización cristiana, las propuestas conservadoras concilian las aspiraciones de cambio con la conservación de raíces que alimentan nuestra nacionalidad. De ahí la importancia de la conmemoración del Programa Conservador de 1849. *Abogado Consultor en Minas e Hidrocarburos. marcan2@etb.net.co

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