Columna


Distorsiones y concertaciones

JOSÉ FÉLIX LAFAURIE RIVERA

24 de enero de 2010 12:00 AM

JOSÉ FÉLIX LAFAURIE RIVERA

24 de enero de 2010 12:00 AM

Según la ley, en febrero se debe actualizar el precio del litro de leche cruda que la industria paga al productor. Esto, que sería una gran noticia para los ganaderos de leche, tiene su desencanto: la metodología para determinar la liquidación no involucra elementos para contrarrestar imperfecciones graves del mercado, que han hecho mella en el ingreso del productor lechero, mientras que los precios al consumidor aumentan. La buena noticia es que hay un buen ambiente para concertar un mejor sistema. Si nos atenemos a la actualización de las variables del sistema de pago de leche cruda al productor que son, en esencia, el precio competitivo, las bonificaciones obligatorias por calidad higiénica y composicional, y el costo del transporte, éstas contemplan sólo algunos aspectos de los precios del mercado, tasan el esfuerzo del ganadero en el mejoramiento de la calidad –aunque en la práctica no exista la infraestructura en laboratorios para su valoración– y reconoce el aumento del costo del transporte. Los ganaderos tienen razón en preguntar en dónde están sus mayores costos de producción y cómo compensar las pérdidas cuando el industrial decide, unilateralmente y usando su poder de mercado, no recoger la leche durante unos días al mes. Fueron prácticas de algunas empresas que en su momento Fedegán denunció, y cuyos impactos son desconocidos porque allí también obra el miedo a la sanción comercial que los margina del mercado. Eso también nos recuerda un exceso de inventarios de leche en polvo que la industria no comercializó a pesar de tener a su disposición un mercado desatendido. La fórmula ha servido de base para demostrar y denunciar ante las entidades respectivas a algunas empresas por pagar por debajo del precio fijado legalmente, pues Fedegán recibió más de 3.500 quejas de las cuales 1.150 se volvieron demandas, pero el sector productor requiere, de verdad, una regulación que considere las fallas en el mercado, y que se adopten acciones correctivas contra dichas distorsiones. Estamos hablando de la estabilidad para colocar en el mercado la leche que produce sin pérdidas, es decir de los contratos de proveeduría, y del reconocimiento de las pérdidas que ocasionan las condiciones naturales como el fenómeno de El Niño. Sus catastróficas consecuencias las denuncia el mismo Gobierno, y requiere un salvavidas, que puede ser una “prima de verano”, por lo menos mientras dure este fenómeno. Hay que considerar todos esos factores y concertar una nueva fórmula. Los ganaderos creemos que debemos trabajar e integrarnos a la cadena, y eso lo hemos venido haciendo en la medida en que le estamos proporcionando a la industria las calidades que demanda -de ahí sus florecientes líneas de quesos y yogures-, pero requerimos que esos valores agregados sean reconocidos y pagados equitativamente. Pero los eslabones siguientes no pueden seguir introduciéndole mayores distorsiones al mercado. Existen prácticas comerciales inquisidoras que derrumban las matemáticas, como las docenas de 15 unidades. No hay derecho frente a los esfuerzos que hace el ganadero al proporcionar más y mejor producto, como tampoco cuando intereses particulares recurren a la importación de leche en polvo, para mejorar sus finanzas en detrimento del sector ganadero lechero. *Presidente Ejecutivo de Fedegán jflafaurie@yahoo.com

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