Los candidatos más efectivos son los que comunican, al mismo tiempo, que son fuertes y que también son cálidos. Nos gusta votar por personas con carácter, que demuestren que les preocupa lo que les suceda a los demás. Juan Manuel Santos, especialmente después de su Ministerio de Defensa, comunica fortaleza, pero no emite suficientes señales de que le importa la gente. Es incomprensible que cuando decidió que su campaña estaba en crisis, resolviera fortalecer la parte de su imagen que no está en duda, y debilitara aún más el aspecto afectivo. Se dispone a pelear por la presidencia a coñazos, recurriendo a JJ Rendón y al machismo político característico de los hombres fuertes, para establecer un mayor contraste con Mockus, pero sin tener en cuenta que su “negativo” en las encuestas es todavía bastante elevado, y que el giro dado a su campaña puede acentuar este aspecto negativo, sin tener mucho impacto en los aspectos que lo hacían atractivo como candidato. En una campaña en la que las cosas pasan con mucha rapidez, perder el favor del público o ganarlo suceden de pronto, sin dar tiempo para reaccionar. Noemí Sanín, por ejemplo, pasaría a segunda vuelta con Santos y se beneficiaría en ella con los votos de los conservadores y de la oposición. Pero Santos le sonsacaba a los primeros, y en las semanas anteriores a la elección, la gente de partidos distintos al Conservador, dispuesta a votar por ella para parar a Arias, fue cambiando de opinión y decidió votar en la primaria de los Verdes para fortalecerlos. Esto desembocó en un auge de la popularidad de Mockus y principió a llamar más la atención votar por alguien radicalmente distinto a Uribe, que por una opción uribista desteñida. Una porción grande del electorado se fue detrás de un líder diferente, y ella quedó atrapada en el uribismo, de segunda. Era inevitable la erosión posterior de su popularidad, que terminó siendo una consecuencia de la decisión de postularse como candidata conservadora. Vargas Lleras también quedó atrapado en el uribismo y no pudo usufructuar su gran esfuerzo para construir un buen programa de gobierno que no supo o no pudo presentar oportunamente. Sus dotes de orador, su programa y carisma se notaron cuando ya la campaña iba por otro camino y la gente quedó preguntándose por qué, con todas esas cualidades, no pegó Germán. Quizás perdió su oportunidad cuando se negó a ingresar al Partido Liberal, en vista de que Pardo quería llenarlo de izquierdistas. Al final, ellos no ingresaron, y ellos dos y el Partido desaprovecharon esa posibilidad. Pardo se equivocó de estrategia porque pensó que para establecer diferencia entre él y Uribe, tenía que virar a la izquierda. Pero al país no le interesa ahora esa opción y Pardo no convence como izquierdista, aunque no lo hizo por oportunismo, porque su vena humanitaria apuntaba en esa dirección desde antes. En el último mes ha presentado propuestas excelentes y demostró sus cualidades de líder. Pero no lo hizo desde un principio, cuando declaró que podía ofrecer justicia social y seguridad, pero totalmente dentro de la legalidad, como lo promete ahora Antanas. Habiendo encontrado ese filón, no supo la riqueza que tenía a su disposición y se fue con politiqueros a buscar el Santo Grial a territorio clientelista. rhommesr@hotmail.com
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