Columna


Educación, poder y libertad

RUDOLF HOMMES

18 de julio de 2010 12:00 AM

RUDOLF HOMMES

18 de julio de 2010 12:00 AM

Cuando se llega a Sagres, en Portugal, se tiene la sensación atávica de que un poco más allá se acaba el mundo. No es extraño que se diga que allí mismo se desarrollaron muchas de las herramientas para correr el límite del mundo, conocido a medida que avanzaban las naos portuguesas hacia el sur. La leyenda cuenta que en Sagres, Enrique el Navegante estableció su famosa escuela de navegantes, un centro tecnológico con los astrónomos y cartógrafos más versados de la época, que luego desarrollaron la navegación de Portugal. Aunque también se dice que Francis Drake la destruyó, la escuela origen de la navegación de Portugal posiblemente nunca existió, aunque Enrique sí atrajo a la región a cartógrafos y astrónomos que les enseñaron a los marinos a ubicarse en el mar, y fue él quien impulsó el diseño de la carabela y generó los estímulos económicos (uno de ellos fue lamentablemente el comercio de esclavos) que incitaron a los aventureros de la época a ir buscando por la costa africana cómo hacerle un boquete al monopolio de los musulmanes, que controlaban las rutas del Sahara. Uno se aleja de Sagres con la sensación de que lo que hizo grande a Portugal (y marcó el final de la Edad Media) fue esa escuela, símbolo que resume el afán investigativo de un líder, el cambio técnico y el espíritu empresarial y aventurero de un pueblo pobre que descubrió sus fuentes de riqueza en el conocimiento y el arrojo. Stefan Zweig dice en su “Magallanes” que “con asombro y envidia vuelve el mundo la mirada hacia el pequeño pueblo perdido en un extremo de Europa…;”, que hizo posible un vasto y tenue imperio comercial. Quizá cuando alguien mire a Colombia quinientos años más tarde, se pregunte si fueron la universidades de provincia las que le permitieron el salto técnico que ha sido tan elusivo. Tuve este pensamiento espontáneamente evocando a Sagres, mientras escuchaba las presentaciones de los veinte candidatos finalistas a los premios del programa Destape Futuro de la Fundación Bavaria, que aporta capital semilla en cuantías superiores a los mil millones de pesos a proyectos de emprendimiento. De los proyectos, llama más la atención la educación como elemento esencial del emprendimiento. Aún en los proyectos con menor contenido tecnológico, el empresario es alguien con el beneficio una educación superior a nivel tecnológico o universitario. Otro aspecto interesante es que muchos de estos emprendedores desarrollan productos de alta tecnología, no pocos de ellos en la frontera del conocimiento mundial, y competirán con productos y tecnologías muy sofisticadas de países desarrollados. Es en esto donde se refleja claramente el inmenso poder multiplicador de la educación técnica universitaria y lo que resalta la importancia de impulsar a Colciencias y dotarlo de mayores recursos. Finalmente, me extrañó que entre los proyectos presentados brillaran por su ausencia los de profesionales de la Universidad de los Andes y de la Nacional de Bogotá, y tuvieran mayor presencia las universidades de Medellín, Caldas, zona cafetera y hasta Villavicencio. No es válido sacar conclusiones de esta observación, pero llama la atención que al menos en el caso de Manizales, este no es un hecho aislado. Allí parece estarse gestando un “Silicon Mountain” alrededor de las universidades. rhommesr@hotmail.com

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS