Columna


Efectos de una jornada electoral

JORGE TIRADO NAVARRO

17 de marzo de 2010 12:00 AM

JORGE TIRADO NAVARRO

17 de marzo de 2010 12:00 AM

Los resultados de la jornada electoral del domingo confirman algo que ya insinuaban las encuestas: que desaparecido el referendo reeleccionista del panorama político, ninguno de los candidatos presidenciales tiene la fuerza suficiente para ganar en primera vuelta. Para obtener un triunfo el próximo 30 de mayo, un candidato inscrito para la Presidencia tendría que obtener el 50% más uno de los votos que se depositen ese día en las urnas. Es improbable que ocurra. El Partido de la U, que obtuvo la máxima votación para el senado, alcanzó 2.800.000 sufragios que equivalen al 25% del total de votos. Si tomamos como base la población votante en las elecciones del domingo, Juan Manuel Santos, candidato de la U –quien puntea en las encuestas-, tendría que obtener casi 6 millones de votos para ganar en primera vuelta. La cifra puede ser mayor si se tiene en cuenta que el número de electores que acuden a las urnas para las elecciones presidenciales históricamente aumenta entre un 20% y 25% respecto de las parlamentarias. Se dirá que las elecciones presidenciales son distintas y que los candidatos tienen la posibilidad de aumentar las votaciones logradas por sus partidos, pero esta vez el espacio para crecer antes de la segunda vuelta parece ser reducido: el electorado está fragmentado en un ramillete de 7 candidatos con partido propio que quieren hacerse contar. La entrada de Mockus a la contienda presidencial dividirá aún más al electorado, y de seguro será protagonista en la disputa por los votos de las ciudades grandes. Adicionalmente, los buenos resultados obtenidos por el Partido Conservador en las elecciones parlamentarias y en su consulta interna, le otorgan un mandato inequívoco a su candidato para seguir en la contienda hasta el final. La alianza que parecía vislumbrarse entre el partido de la U y el conservatismo, en torno a aquel, hoy más que una coalición parecería una claudicación. Hacía mucho tiempo que éste partido no tenía una oportunidad real de pasar a segunda vuelta con candidato propio, por lo que una adhesión a Santos, antes de la primera, constituiría un engaño de marca mayor para sus electores. Sin embargo, el conservatismo tiene el reto nada fácil de zanjar las diferencias entre Arias y Noemí, que por cuenta de los resultados de la consulta parecen irreconciliables. Es urgente poder contener los conatos de división interna que ya empiezan a causar fisuras. La división de las principales fuerzas uribistas, acentuada por la candidatura de Germán Vargas Lleras, quien fuera uno de sus alfiles más importantes, puede abrirle la posibilidad a Rafael Pardo de pasar a la segunda vuelta. El domingo se estrenó como jefe liberal y pasó el examen: mantuvo la representación de su partido en el senado, superando la votación obtenida en 2006. Su éxito dependerá de que logre entusiasmar a las bases liberales y despertarlas de su letargo. Sabe que con un poco más de 2.500.000 votos puede estar en la segunda vuelta, razón por la cual tiene la tarea de empezar a convencer al electorado de centro. La proliferación de candidatos capacitados para gobernar y la lucha relativamente pareja que se avecina, ponen a la democracia colombiana en una situación privilegiada: reglas ciertas para resultados legítimos e impredecibles. *Abogado y periodista tiradojorge@hotmail.com

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