Columna


El aprendiz de brujo

RUDOLF HOMMES

29 de agosto de 2010 12:00 AM

RUDOLF HOMMES

29 de agosto de 2010 12:00 AM

Al ministro de Hacienda le cuesta trabajo la transición de académico brillante a ministro de Hacienda prudente. El miércoles pasado anunció con desparpajo que a partir del año entrante desmontaría el impuesto del 4 por mil a las transacciones financieras, un Frankenstein financiero que no quiere desaparecer. La noticia se recibió bien aunque no faltaron los que se preguntaron cómo lo conseguiría, pero acallaron estos temores por la confianza que inspira el ministro en su papel de aprendiz de brujo. Este impuesto, importado del Ecuador, es un engendro diabólico. Motiva a hacer transacciones en efectivo o a darle muchas vueltas al mismo cheque, creando costos de transacción innecesarios y cuantiosos, y grava las transacciones que facilitan el comercio y el buen funcionamiento de la economía. Pero al mismo tiempo es un impuesto muy efectivo que captura recursos para el fisco en forma muy eficiente y a cualquier gobierno le es muy costoso deshacerse de él. Es por esto que el anuncio de que se desmontaría el impuesto tuvo reacciones positivas. Pero también, una gran desilusión que al otro día del anuncio, el Ministro pedaleara hacia atrás, admitiendo que no es posible eliminarlo de un solo golpe, sino gradualmente, y que hay que esperar hasta 2018 para alcanzarlo. La reforma del régimen de regalías es otra situación en la cual lo que anuncia el Ministro no se hace o se demora por razones desconocidas. Al principio de la semana dijo que se presentaría al Congreso “mañana”, pero pasó la semana sin conocerse el proyecto. Esto debilita al ministro. Él consiguió que la opinión pública aclamara su designación y generó mucha confianza, aunque maneja un estilo misterioso y una estrategia de comunicación que no debería haber dado lugar a tanta confianza. Ha soñado, algo que pocos ministros del ramo hacen, y consiguió que otros lo hagan con él, ofreciendo escenarios futuros atractivos, acordes con la promesa de prosperidad económica del Presidente, pero sin ser claro acerca de cómo llegará a donde dice. Durante la campaña se le atacó por esto y se dudó de la consistencia y aún viabilidad de estas perspectivas futuras. Ese pesimismo había desaparecido casi completamente, excepto en el subconsciente de los ya iniciados, que no han bajado la guardia y están alertas sobre la situación fiscal futura. Pero la rectificación sobre el desmonte del 4 por mil, el conflicto evidente en el Gobierno sobre el proyecto de regalías, las declaraciones del ministro de Minas sobre el tamaño de la “bonanza petrolera” que principia, en el sentido de que puede ser menor que la esperada, y la no claridad en el programa macroeconómico, han hecho que se principie a dudar en voz alta sobre la consistencia de su programa, que todavía no se conoce a cabalidad. En un artículo publicado por Portafolio el viernes pasado, Mauricio Reina expresa lo que estaba en el subconsciente de muchos técnicos: dudas sobre la situación fiscal e incertidumbre sobre el manejo macroeconómico y sobre la capacidad del equipo económico de cumplir la promesa de no subir impuestos. Es hora de que el Ministro deje de jugar a ser provocador y original, y ponga sus cartas sobre la mesa para poder juzgar si el futuro que han pintado es verdaderamente tan auspicioso y tan alcanzable como dicen. rhommesr@hotmail.com

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