Columna


El buen ejemplo de la Provincia

RUDOLF HOMMES

11 de abril de 2010 12:00 AM

RUDOLF HOMMES

11 de abril de 2010 12:00 AM

Alejandro Char no deja de sorprender. Sus ejecutorias como administrador público, han sido premiadas por el público de Barranquilla con el más alto nivel de popularidad y aceptación. A pesar de su juventud y de la experiencia limitada como político y en cargos públicos, tiene claridad sobre la eficiencia del Estado y la asignación de recursos públicos escasos, que no poseen al más alto nivel del Gobierno Nacional funcionarios de larga trayectoria como servidores públicos. En entrevista el jueves pasado en Caracol, le preguntaron qué opina del aeropuerto que el Gobierno Nacional se empeña en promover en un lugar más o menos equidistante entre Barranquilla y Cartagena para reemplazar a los dos aeropuertos de esas ciudades. Reiteró su oposición, en primer lugar porque el aeropuerto de Barranquilla, que al parecer fue construido o terminado cuando el actual presidente fue director de Aeronáutica Civil, opera con baja utilización de capacidad. Además le dio cartilla al Gobierno central sobre cómo proteger los recursos públicos y la responsabilidad de los gobernantes, nacionales y locales, de no desperdiciarlos y mucho menos emprender proyectos innecesarios cuando sobran mejores oportunidades. Estos criterios, que parecen elementales, no afectan al alto gobierno, ni al general Fredy Padilla de León, que apareció la semana pasada en primera página de El Universal de Cartagena haciéndole propaganda al aeropuerto y declarándolo inaplazable. ¿Quién sabe qué llevó al Presidente Uribe y al general a tomar partido de manera inusual en la promoción de un proyecto sin sentido en términos de eficiencia del gasto y de conveniencia regional? Char y la alcaldesa de Cartagena se han opuesto al nuevo aeropuerto con buenas razones. El aeropuerto de Barranquilla tal como está podría atender un tráfico muy superior al que tiene y podría acomodar las necesidades de la fuerza aérea, como lo hace el aeropuerto de Bogotá. Sí necesita modernizar sus equipos y construir nuevas vías de acceso u otros medios de transporte para comunicar al aeropuerto. Estas inversiones serían una fracción de las del nuevo aeropuerto y muy probablemente tendrían mayores beneficios adicionales para Barranquilla por desembotellar el tráfico y por la mayor utilización de los activos de la ciudad. En el caso de Cartagena, la proximidad del aeropuerto a la ciudad es un privilegio para sus habitantes y para los visitantes, y uno de sus atractivos. En los grandes centros turísticos del Caribe la gente llega en avión a donde va, y no emprende viajes largos por carretera para alcanzar su destino. Es cierto que un aeropuerto que afecta a la ciudad por los sobrevuelos tiene que ser mejor manejado para reducir el riesgo de accidentes, pero Cartagena no es la única ciudad del mundo con ese problema. Washington y Nueva York lo comparten, y el presidente Uribe ayudó para que el viejo aeropuerto de Medellín (Olaya Herrera) aumente su utilización con vuelos regionales y los de Satena, a pesar de que la topografía de la ciudad les pone a los pasajeros el pelo de punta al aterrizar. Como este Gobierno está acabando, el próximo decidirá qué hacer. Si es Mockus, hará lo que más convenga; y si es Juan Manuel, su programa dice que “el Buen Gobierno se plasmará en la transparencia y la pulcritud en el manejo de los recursos públicos”. rhommesr@hotmail.com

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