¿Qué tienen en común el fracaso del Caguán al final del gobierno Pastrana y la oleada de escándalos de corrupción (chuzaDAS, falsos positivos, yidispolítica, etc.) que sacuden el final del gobierno de Uribe? Que ambos cambiaron radicalmente la agenda política del país, hasta voltear los resultados electorales y derrotar a los candidatos que se daban por ganadores de las presidenciales. En 2002, Serpa era favorito en las encuestas; su programa de gobierno de lucha contra la pobreza, la desigualdad y el desempleo era una respuesta acertada a los problemas más sentidos por la población, que apenas salía de la recesión. Noemí y Lucho tenían una lectura similar de las preocupaciones del electorado y plantearon campañas similares. Pero entró otro candidato con menos del 5% en las encuestas, que no hablaba de pobreza ni desempleo sino de seguridad, y que prometió acabar con la guerrilla; fracasó el Caguán y Uribe se disparó en las encuestas. Ganó en primera vuelta. A los electores les importó más la seguridad que los problemas sociales. En 2010 Santos está de puntero en las encuestas después de la caída del referendo; Uribe lo ungió como sucesor y se dedicó a hacerle campaña y a atacar a sus competidores de manera descarada e ilegal. El tema de la campaña parecía ser la Seguridad Democrática, y mientras los candidatos uribistas se peleaban por aparecer como los continuadores más firmes de esa política, los demás tenían que mostrar que no la echarían para atrás. De pronto apareció un candidato que no habla de seguridad, sino de Legalidad Democrática; que condena los asesinatos de los falsos positivos con su mantra, “toda vida es sagrada”; que frente a las chuzaDAS y la persecución a la justicia y a la oposición repite que “no todo vale”; que quiere derrotar a la guerrilla, pero no de cualquier manera, porque “el fin no justifica los medios”; que rechaza la corrupción y el enriquecimiento ilícito de funcionarios y amigos del Gobierno, repitiendo hasta el cansancio que “los recursos públicos son sagrados”; que cuando se conoció la compra de votos a Yidis y Teodolindo para la reelección de Uribe, osó pedir la renuncia del Presidente. Con este discurso, y los hechos que lo respaldan, Mockus atrajo a los colombianos, se disparó en las encuestas y está a punto de derrotar a Santos. No es que a los electores les importe más la legalidad que la seguridad, sino que saben que la única forma de garantizar en el largo plazo la seguridad es con la Ley, y no sólo con la fuerza. Además, están hastiados con el aumento de la corrupción y la politiquería, que Uribe había prometido reducir, y le están cobrando al sucesor designado por Uribe el incumplimiento de la promesa presidencial. La corrupción es el Caguán de este Gobierno. Lo que Mockus debe recordar si llega a la presidencia es que no sólo de legalidad y ética vive el hombre, también necesita Justicia. Hay que acabar con el hambre y la pobreza de millones de personas, dar vivienda digna, educación de calidad y salud a los colombianos, y reducir la desigualdad. Por eso, y no solo para asegurar el triunfo en la segunda vuelta, es indispensable una alianza del Partido Verde con las otras fuerzas progresistas del país: con el Partido Liberal y el Polo, y con todos los que soñamos con una Colombia más justa. macabrera99@hotmail.com
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