Columna


El caso de Cáceres

CLAUDIA AYOLA ESCALLÓN

16 de septiembre de 2010 12:00 AM

CLAUDIA AYOLA ESCALLÓN

16 de septiembre de 2010 12:00 AM

Javier Cáceres Leal, político controvertido y ex presidente del Senado, ha sido detenido por la Fiscalía. El senador cartagenero del partido Cambio Radical es investigado por vínculos con el bloque Héroes de los Montes de María de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC. La orden de captura se dictó con base en las declaraciones de ex cabecilla paramilitar Úber Enrique Bánquez, alias Juancho Dique, que acusa a Cáceres de reunirse con grupos de extrema derecha en Ñanguma, población de los Montes de María bajos, en el departamento de Bolívar. Juancho Dique ha confesado cientos de homicidios en la región de Montes de María y ha sido pieza clave en la reconstrucción de los hechos relacionados con la masacre de Chengue, contando cómo él y sus hombres llevaron a cabo la matanza ocurrida el 17 de enero del 2001. Así mismo, Juancho Dique ha confesado su participación en la masacre de Mampuján y de La Libertad. En momentos en que la Comisión Nacional de Reparación y Rehabilitación, CNRR, declara la existencia de un rearme de los grupos paramilitares en la zona, preocupa que uno de los políticos de mayor liderazgo en Cartagena y Bolívar enfrente acusaciones de vínculos con esta organización criminal. Si Cáceres fuese culpable, sería muy complejo establecer las dimensiones del impacto que le habría generado a la región. Si lo que ha dicho Juancho Dique es una patraña y la serenidad del senador es signo de su inocencia, valdría la pena cuestionarnos sobre las razones que tendría el ex cabecilla paramilitar para hacer una acusación de este tipo. Las apuestas empiezan a hacerse en la opinión pública, en un Caribe colombiano que lleva la vergüenza de una lista larga de políticos investigados por vínculos con los paramilitares. Los comentarios al respecto no se han hecho esperar. Algunos ven en Javier Cáceres Leal a un hombre sin tacha, que salió del popular barrio San Francisco, admirable por su compromiso y por empezar desde abajo. Otros manifiestan su desconfianza y tienen la esperanza de que la ley actúe sin contemplaciones. De cualquier manera, la parapolítica es uno de los delitos más perversos de la historia reciente en Colombia. Los vínculos de políticos con organizaciones paramilitares se han endulzado con una expresión que no es capaz de recoger la crudeza de los hechos. Mientras los paramilitares asesinaban a inocentes con motosierras, violaban mujeres y cometían crímenes atroces, políticos inescrupulosos acicalaban sus uñas por la mañana, salían en las páginas sociales y se vanagloriaban de unos éxitos manchados de sangre. Enriquecieron sus bolsillos, aumentaron sus votos, y echaron discursos sobre corrupción y paz. Con respecto al caso de Cáceres, lo mejor que le puede ocurrir a la región es que se haga una investigación de cara al país, transparente y exhaustiva. Sin mayores pasiones, pero con la expectativa de que los resultados ayuden a construirnos como sociedad y que nos devuelvan la credibilidad de nuestros líderes. *Psicóloga claudiaayola@hotmail.com

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