La “cosa” económica, como diría Vicky Dávila, se torna interesante. Juan Carlos Echeverry, el presunto ministro de Hacienda de un Juan Manuel Santos presidente, le pone banderillas a Antanas Mockus en Hora Veinte y en el diario La República, dizque porque no es preciso en política económica y porque se retractó de una reforma laboral que parece haber anunciado en alguna parte. En un artículo en ese diario (Verde Biche) atacó a Mockus por no prometer un gran desarrollo de la infraestructura, una revolución en agricultura, dar un gran brinco en innovación y en tecnología, y porque es matemático. Santos tampoco ha prometido algo memorable en esos frentes, y el gobierno de Uribe dejó pasar la oportunidad de dotar al país de obras públicas críticas, pero a eso no se refiere. A pesar de lo anterior, los comentarios son bienvenidos para poner en primera línea el debate económico, bastante descuidado en los últimos años, y en manos de teguas. Salomón Kalmanovitz, posible ministro de Hacienda de Antanas, ha agitado ideas: Esta semana hizo en El Espectador una descripción sucinta del que podría ser el énfasis económico de Mockus. El desempleo es el problema económico principal y afecta desproporcionadamente a los jóvenes, a las mujeres, a los menos educados y a los pobres. El desempleo de las personas en edad de trabajar es 13,5 por ciento, dice él, pero el de los jóvenes es 22,5 por ciento, y dentro de éstos, la desocupación de las mujeres es cercana a 30 por ciento. “La tasa de desempleo en el quinto de la población más pobre de los jóvenes entre 20 y 24 años es cercana al 50%...”. El Sr. K le atribuye a las políticas de promoción de la inversión, de Uribe, una buena parte de la responsabilidad por esa situación y propone combatirla impulsando los sectores productivos intensivos en mano de obra y orientados a la exportación. Le preocupa inmensamente la revaluación del peso y propone moderarla generando superávits fiscales, como en Chile. Según él, esta disciplina implica desmontar los subsidios y estímulos al capital, la mayoría de ellos vinculados a la estructura tributaria, y las cargas parafiscales a la nómina. En este último frente ha recibido críticas dentro del mismo equipo económico de economistas verdes, que defienden al ICBF, al SENA y a las cajas de compensación, pero Salomón cuenta con la rebaja de los parafiscales y una disminución radical de la corrupción, para generar cerca de 160,000 empleos. Propone también mejorar la calidad de la educación técnica y reformar el Sena. No habla en este artículo de infraestructura, pero lo ha hecho en otros anteriores, en los que coincide con el análisis de Juan Benavides, que ha levantado tanta ampolla entre los contratistas pechugones. Mockus y Kalmanovitz darían un gran impulso a la infraestructura. Le pondrían fin a la sinvergüencería e improvisación en las licitaciones. También deben promover una “Revolución Verde” para producir alimentos y exportar productos agropecuarios. Para lograrlo y combatir la revaluación, además de las medidas ad hoc y de los fondos de estabilización, necesitan una nueva Apertura, muchos TLC y reformar a fondo el sistema de regalías, regular su flujo, quitárselas a los corruptos y orientarlas a fomentar calidad de vida y productividad nacional y local.
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