Columna


El discurso de Benedetti, y algo más

EDMUNDO LÓPEZ GÓMEZ

27 de julio de 2010 12:00 AM

EDMUNDO LÓPEZ GÓMEZ

27 de julio de 2010 12:00 AM

En su discurso de posesión, el nuevo presidente del Senado, el doctor Armando Benedetti, anunció su propósito de “hacer del Congreso de Colombia, un Parlamento respetado y respetable”; consciente, seguramente, de la decadencia de su prestigio. La verdad es que el Congreso Nacional se ha comportado, en los últimos tiempos, más como una dependencia del poder ejecutivo que como ente soberano para darnos nuestras leyes, porque, en la práctica, ha estado a la zaga de las iniciativas presentadas por el Gobierno. En efecto, la actividad colegisladora del ejecutivo ha sido superior a la propia que le corresponde al órgano legislativo del poder público. De ahí que la voluntad expresada por el presidente Benedetti de recuperar el poder del Congreso Nacional “incluso abriendo un debate sobre las facultades que ha ido perdiendo frente a las otras ramas del poder público”, haya creado expectativas fundadas. Cabe preguntar, sin embargo, si para alcanzar esa meta será indispensable introducir reformas radicales sobre los procedimientos electorales que hoy existen para integrar el Congreso de la República. Los escrutinios que acaban de realizarse en el Consejo Nacional Electoral fueron patéticos, en cuanto produjeron angustia moral, hasta el punto de que los delegados del Procurador General no los avalaron; hecho que abre interrogantes sobre la legitimidad de las elecciones de marzo. El caos vivido en el CNE tiene sus causas en los sistemas de elección vigentes. El de la circunscripción nacional para integrar el Senado, como el de aplicación del voto preferente, han permitido la injerencia perversa del dinero en las elecciones de Congreso, como si se tratara de una subasta, en la cual se adjudica la mercancía al mejor postor. Son, entonces, los capitalistas de la política los que se imponen, finalmente, en la conformación del Senado y de la Cámara de Representantes. Lejos están los tiempos en que por la confrontación de ideas y programas de los partidos o por la prestancia intelectual de los aspirantes, emulaban partidos y candidatos en las justas electorales. Lo que existe hoy, en cambio, es una vergonzosa puja de intereses económicos, que incluso se reflejaron en los escrutinios del CNE. Hubo, de otra parte, constancias en la Asamblea Constituyente de 1991, dejadas por delegatarios que se opusieron a la circunscripción nacional para elegir el Senado. Si no recordamos mal, los delegatarios Jaime Castro, Augusto Ramírez y Guillermo Plazas, expusieron razones poderosas para no aprobar ese sistema de elección, y, por fuera de la Asamblea, varios columnistas de opinión y dirigentes nacionales, a la cabeza de los cuales figuró el ex presidente López Michelsen, denunciamos ese procedimiento como generador de corrupción electoral. (Este es mi vigésimo artículo sobre la materia). Y ¿qué decir del voto preferente? Se han elevado voces que piden su supresión, por generar corrupción y ser causa de la decadencia de los partidos. Valga lo dicho para que las reformas al Congreso Nacional se hagan buscando las raíces de su conformación. “La fiebre no está en las sábanas”, y eso lo sabe el doctor Benedetti. *Ex congresista, ex ministro, ex embajador. edmundoloezg@hotmail.com

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