Columna


El mandamiento nuevo

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

02 de mayo de 2010 12:00 AM

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

02 de mayo de 2010 12:00 AM

“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros”*. El momento se transpone con la eternidad manifestada en Dios a través de la liturgia y de la vida de Jesucristo, y se refleja en lo que sucede en las personas, mundo e Iglesia. Esto lo experimentamos según nuestra cercanía o lejanía de Dios. No es solo tener fe, es relacionarnos con Dios y vivir en su amor, saberlo cercano, amigo, hermano, maestro, pastor y Padre. Cada año nos renovamos si vivimos los misterios sagrados. Hoy dice San Juan en el Apocalipsis: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva…; Esta es la morada de Dios con los hombres…; y el que estaba sentado en el trono dijo: “Todo lo hago nuevo”*. Aunque se refiere a la eternidad con Dios y la venida definitiva de Jesucristo, es algo que vivimos también en nuestra realidad terrena, a través de la liturgia en la Eucaristía y de cómo ésta, la trasladamos a nuestras vidas. Como miembros activos de la Iglesia, vivimos la Cuaresma como penitencia, para salir resucitados con la Pascua, conocer la misericordia infinita de Dios, descubrir a Jesús como nuestro Pastor, comprender su mandamiento nuevo como el eje de nuestra vida, y prepararnos para la venida del Espíritu Santo, el tesoro más grande que Jesucristo nos dejó. Cada vez que alguien se abre a la luz del Espíritu Santo, se cristaliza: “Todo lo hago nuevo”. Nuestro Papa, Benedicto XVI, inició su ministerio con la hermosa Encíclica “Dios es amor”, señalando cómo, en esta época tenemos que regresar a la esencia, que es el Amor. Aprovechemos las luces diarias de sus prédicas y escritos, señalando los retos al seguir a Jesucristo en medio de la realidad, enfrentando con valor el signo de nuestros tiempos: la dictadura del relativismo, que no reconoce nada como definitivo, poniendo al propio yo -con sus deseos- por encima de Dios. Con su ejemplo de humildad y prudencia para guiar a nuestra Iglesia, nos invita a aprovechar los misterios divinos y purificarnos mediante los sacramentos que Jesús dejó para experimentar la gracia y transformar nuestras vidas. El libro “Benedicto XVI, una mirada cercana”, del periodista Peter Seewald, detalla su infancia, juventud y madurez, y analiza los testimonios de sus detractores, y de sus amigos, discípulos y maestros. Se trasluce cómo la vida de este Papa es Providencial para el momento de la Iglesia y del mundo. Aunque el periodista centra su libro sobre la persona de Joseph Ratzinger, entrelineas se ve también la transformación que experimenta el propio escritor a medida que descubría las realidades de su entrevistado, y compartía con él, un hombre de una sencillez admirable, acompañada de una de las mentes más ilustradas de nuestros tiempos. Esa combinación de piedad sencilla, trato cordial y brillantez intelectual, es lo que le permite, en estos tiempos tan difíciles, llevar con amor y firmeza la barca de la Iglesia, para conquistar más almas para el cielo, siguiendo los pasos del Maestro. Vivamos como una comunidad que hace realidad el mandamiento nuevo, y permitamos que Dios nos haga de nuevo a nosotros y renueve nuestras relaciones con los demás. *Jn 13, 31-33ª.34-35; Ap 21, 1-5ª. *Economista, orientadora familiar y coach personal y empresarial. judithdepaniza@yahoo.com

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