Columna


El mejor de la historia

AUGUSTO BELTRÁN PAREJA

31 de octubre de 2009 12:00 AM

AUGUSTO BELTRÁN PAREJA

31 de octubre de 2009 12:00 AM

Se escoge todos los años el deportista más destacado. Esta distinción la otorga Acord, que dice ser la Asociación Colombiana de redactores deportivos. En la escogencia, casi siempre es derrotado algún muchacho de la Costa destacado en el boxeo, béisbol o cualquier otra disciplina. Nos hemos resignado a ello, sin discusión ni protesta. Vainas centralistas. Rentería y Orlando Cabrera fulguraban en las grandes ligas pero…; Nadie es profeta…; A “Happy” Lora, Rodrigo Valdés, el Pibe Valderrama, igual cosa les sucedía. Ahora parece que incuban un nuevo proceso: se han inventado una distinción al mejor deportista en la historia de Colombia. En este país las distinciones se hacen pensando en alguien. Porque al más grande de todos lo descalifican por su deplorable condición humana. No puede servir de ejemplo a las nuevas generaciones alguien con tantos escándalos de conducta. Mente sana en cuerpo sano. Todas las satisfacciones que nos brindó son olvidadas. No lo pusieron groggy los golpes de un deporte brutal, sino los del vicio que ha deformado un alma buena. Perturbado por la fama se refugió en la maldita droga. Está descartado. El candidato de la rosca corre carros. En la Formula Uno tuvo modestos resultados. Siempre quejoso del motor, del mecánico, de la organización, para justificar sus discretos logros. Cuando abandonó la exigente Fórmula se dedicó a correr en otro certamen de velocidad cuyo nombre se nos escapa. Semanalmente obtenía el puesto 32 ó el 28. Ahora es quinto. Con el tiempo alcanzará velocidades similares a las meteóricas de profesionales de la vía Popa Olaya, después del ratoneo. Si no puede ser Pambelé convendría que cambiaran el nombre del premio. Que fuese al segundo mejor deportista en la historia de Colombia. Pero hasta para esa distinción, ¿qué se hizo Cochise Rodríguez, o Ramón Hoyos, Lucho Herrera y Fabio Parra? ¿Dónde ponemos a los Bellingrodt, que disparaban al jabalí en olímpicas disputas, y no a los humildes como hacía el inefable “Tirofijo”? ¿Por qué no el Pibe Valderrama, Willington Ortiz y toda una pléyade de futbolistas? María Isabel Urrutia puede ser mediocre como congresista, pero ella y María Luisa Calle mucho han significado. La patinadora invencible Cecilia Baena. Rodrigo Valdés, “Happy” Lora y Fidel Bassa. Víctor Mora, Petaca Rodríguez y Chita Miranda. Todos los mencionados, y otros que injustamente olvidamos, superan los desplantes y las rabietas neuróticas de Montoya. Han sido afables, carismáticos y cariñosos. Nunca han rechazado el emocionado acoso de un niño que les pide un autógrafo. Premiar a Montoya es un disparate y una injusticia. Que le otorguen una medalla por sus meritos en un deporte estrambótico está bien. Pero ponerlo en la historia como el mejor de los mejores…; Adquiere especial importancia una obra temprana de Nietzsche (1873) que se llama “Uso y Abuso de la Historia”. En ella escarnece el predominio de la historia, como signo univoco de la decadencia. Nietzsche ataca a Hegel, para destacar que “el pasado solo puede ser explicado por lo que es más poderoso”. Es posible que Montoya no se merezca tanta indignación, pero de que hay mejores deportistas no hay duda. Como siempre, los culpables de estas vainas son los sapos. *Abogado, Ex Gobernador de Bolívar y Ex parlamentario. augustobeltran@yahoo.com

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