Podría asegurar que el 99% de la población residente en Cartagena desconoce completamente lo ocurrido en la ciudad el segundo semestre del año 1815. Es más, pensaría que ese mismo 99% desconoce por completo la historia general de la Heroica, lo que es muy triste para una tierra de leyenda. Por ello aplaudo fervorosamente el Proyecto de Acuerdo 061 del Concejo Distrital (presentado recientemente por los concejales Andres Betancourt y Jorge Ca?rcamo), el cual busca “erigir un monumento histórico y épico al Sitio de Cartagena” -llamado también el Sitio de Morillo- como homenaje póstumo a las miles de personas anónimas que se sacrificaron patrióticamente por defender nuestros ideales de libertad. Varias veces he comentado en mi columna que no existe en la América hispana un hecho comparable al heroísmo colectivo demostrado por Cartagena en aquel enfrentamiento. ¿Dónde lo hacemos? No importa, ya encontraremos el lugar indicado, o como propone el Proyecto de Acuerdo, trasladamos “Los Pegasos” (que están como moscas en leche), y aprovechamos el muelle, porque por ahí mismo se embarcaron quienes prefirieron evacuar la ciudad en aquella noche inmortal y suicida del 5 de diciembre de 1815, en vez de rendirse a los españoles. Lo importante es que necesitamos un lugar privilegiado y que hagamos algo imponente, majestuoso, grandioso. Que no quede la menor duda, para quien lo vea, que estamos orgullosos de nuestro pasado. Para que el monumento tenga sentido, sería importante que en algún lugar aparezca un resumen escrito de los hechos (una placa en bronce o mármol, por ejemplo), para que los visitantes tengan una visión general de lo ocurrido. Como desafortunadamente en la Heroica no tenemos un museo ilustrativo de la epopeya, por lo menos algo aprenderemos, y como dice la gente, vamos recuperando el pedestal merecido en la historia de la Independencia. Que los padres puedan llevar orgullosos a sus hijos y los abuelos a sus nietos, para que les digan: “Lee mijo, para que aprendas que existió? una ciudad donde el heroísmo corría silvestre en las entrañas de su gente. Que en el año de 1815, el imperio español armó el mayor ejército para recuperar sus colonias de ultramar, y sólo cuando zarparon, para evitar amotinamientos por pánico, fue cuando notificaron a sus soldados que venían a enfrentarse a la leyenda viva de Cartagena de Indias”. Sí señores, aprovechemos la iniciativa del Concejo para reivindicar el nombre de los miles de esclavos, artesanos, comerciantes, mujeres, niños, ancianos, militares, la ciudad toda, en una lucha que terminó costándole la mitad de la población y 100 años para recuperarse. A quienes entregan su vida por el objetivo sublime de la libertad, les llamamos héroes. Entonces, ¿cómo le llamaríamos cuando es la ciudad entera la que sacrifica por su país? Créanme, que recuperar la gloria del pasado también sirve para construir futuro, enriquecida con los ingredientes de la pertenencia, la identidad y hasta la autoestima colectiva. En fin, que el monumento sirva para que la propia Cartagena y Colombia descubran la hazaña escondida detrás de las murallas del tiempo o para rescatarla del olvido en que la tenemos en la francachela de comejenes obesos en nuestros libros de historia. *Economista, Empresario jorgerumie@gmail.com
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